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El obispo D. Ginés García Beltrán inauguró el domingo 17 de octubre el Año de la Sinodalidad en la Diócesis de Getafe, con una festiva celebración en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles.

El prelado estuvo acompañado por el vicario general, José María Avendaño; el vicario moderador de Curia, Javier Mairata; los vicarios episcopales –de Apostolado Seglar, de la Caridad, de Evangelización y de Vida Consagrada-; el rector del Seminario, Jesús Parra y una decena de sacerdotes y delegados de varias áreas pastorales.

El encuentro comenzó con una monición de entrada que realizó el delegado de Apostolado Seglar, José Fernández Crespo, en la que contextualizó la celebración y manifestó su deseo de que se pueda dar en la Diócesis: “una fraternidad rica y bella, donde cada vocación y acento puedan ser protagonistas y expresar su fe en el ambiente en el que el Señor les llama”.

Señaló Fernández Crespo que “como signo de unidad, de un caminar juntos, se invitó en la Eucaristía a participar no solo a los miembros de grupos, asociaciones y movimientos de la Diócesis, sino a todos los laicos, religiosos y sacerdotes de la misma. Porque ser cristiano es un plural, nos hace caminar junto a otros, en comunión, con un corazón que es el de Cristo”. 

Esta misma idea de unidad y de pluralidad fue subrayada también por D. Ginés al inicio y durante su homilía.

El prelado comenzó agradeciendo la presencia de sacerdotes, religiosos y laicos y saludó de modo especial a todos los que “desempeñan algún ministerio o acción dentro de la vida diocesana, en especial al delegado de Apostolado Seglar y a su equipo y al resto de los delegados que asisten a la celebración”.

“Esta es una mañana alegre y feliz. Hemos sido convocados por el Señor a la llamada también del santo padre Francisco, que nos ha pedido que con él inauguremos, en las iglesias locales, esta primera etapa de un camino sinodal que nos llevará a la celebración del sínodo de los obispos del año 2023” explicó a la asamblea D. Ginés.

“Y también es inicio de nuestro curso pastoral, el segundo año de nuestro plan de evangelización que estaba pensado para que fuera sinodal” y continuó “nuestra vida diocesana confluye con la iglesia universal en este camino sinodal”.

“Sínodo significa ‘caminar juntos’ en una misma dirección, por eso en este curso comenzamos este itinerario sinodal con el objetivo diocesano  de revitalizar el laicado, la identidad del pueblo santo de Dios” expresó García Beltrán.

D. Ginés quiso también explicar el papel fundamental de los laicos en la Iglesia y empezar definiendo quiénes son los laicos: “la doctrina que emana del Concilio Vaticano II, y desarrollada por los papas posteriores, destaca que los laicos son los bautizados que tienen una misión en la Iglesia y en el mundo, que son la mayor parte del pueblo de Dios. Son personas que participan”.

“Porque tenemos que tener en cuenta que la gracia de Dios está en todos. El Espíritu está en el pueblo de Dios y la Iglesia tiene que ser consciente y escuchar lo que el Espíritu le dice a su Iglesia” dijo.

Haciendo suyas las palabras del papa Francisco el obispo señaló que “el Sínodo es el tiempo habitado por el Espíritu. Para tomar conciencia de tenernos y de quienes somos, para lo cual hay que abrir el oído a lo que el Espíritu le dice a la Iglesia”.

“Os pido que abráis el oído para conocer lo que el Espíritu le está pidiendo a la Diócesis de Getafe”insistió.

“El Sínodo, continuó el obispo, es la cara externa de una realidad más profunda que es la comunión en la iglesia (…) el Concilio Vaticano II define a la Iglesia como una comunión que se ve reflejada desde Dios Trinidad, imagen primera de la Comunión”.

“Si la Iglesia quiere ser icono de ese Dios en el que creemos, tiene que expresarse como Trinidad, como comunión” subrayó, añadiendo: “sólo desde esa comunión podemos hacer que las actitudes de la Iglesia sean verdadera misión. Porque el mundo pide y necesita una Iglesia misionera”.

“Es misión de la Iglesia llevar al Señor a los demás, transmitir la fe y sólo podremos hacerlo si somos un pueblo en camino y que camina en la misma dirección” insistió.

“Tenéis que tomar conciencia de lo que somos y de lo que tenemos que hacer. En la Iglesia se viene a participar. Cada uno de nosotros somos una piedra viva en la construcción del pueblo de Dios”.

Después, el prelado explicó las lecturas de día “a la luz del sínodo" señalando, en referencia al Evangelio, que "no podemos interpretar el Sínodo como un camino de empoderamiento, lucha de poder”.

“¿Cuál es el éxito de la Iglesia, tener mucho poder, mucha gente?” se preguntó el prelado: “el éxito de la Iglesia es  ser fiel al Señor. (…) Servir y entregar la vida por los demás. Ahí está nuestro cometido, nuestra misión y los frutos de nuestro trabajo pastoral” remarcó.

“La Iglesia sinodal tiene que ser una Iglesia samaritana que en el camino del mundo se acerca a los más pobres, a los heridos y apaleados por la historia y que necesitan ver el rostro de Cristo samaritano que se acerca y los cura” expresó.

“Ojalá que nosotros seamos un ejemplo y testimonio para el mundo de ese amor de Dios” concluyó.

La celebración terminó con la oración al Espíritu santo en la que se pidió por el proceso sinodal y por el curso pastoral en la Diócesis, y el canto del ‘Salve Regina’ a la Virgen a cargo del coro de las consagradas de la Fraternidad Seglar en el Corazón de Cristo que, con sus voces, había acompañado todo el acto.