07/05/2025. La Parroquia Santa Maravillas de Jesús, en Getafe, acogerá este viernes 9 de mayo la celebración de la fiesta de San Juan de Ávila, patrono del clero español. En el marco de esta festividad, tendrá lugar una Eucaristía presidida por el obispo diocesano, Mons. Ginés García Beltrán, y concelebrada por el obispo auxiliar, Mons. José María Avendaño, en la que varios presbíteros conmemorarán sus bodas de oro y plata sacerdotales.
El religioso Hijo de la Caridad, presidente diocesano de CONFER, José Miguel Sopeña, celebrará 50 años de ministerio sacerdotal, mientras que Luis Ángel Albares, Elio Azuaje, Pablo Fernández-Martos, José Manuel García Naranjo, Jesús Parra, Enrique Roldán y Manuel Vargas Cano de Santayana conmemorarán 25 años desde su ordenación.
Para todos ellos, este aniversario es un momento de acción de gracias, de memoria agradecida y también de renovado compromiso.
Siempre merece la pena entregar la vida a Cristo
Luis Ángel Albares, párroco de San Esteban Protomártir en Torrejón de Velasco, expresa su gratitud por una vida entregada sin reservas: “Siempre merece la pena entregar la vida a Cristo, sin reservas, en la vocación concreta a la que me ha llamado. Doy gracias por tanto vivido, sufrido, gozado y ofrecido”.
Desde su ordenación el 12 de octubre del año 2000, Albares ha recorrido distintas parroquias de la diócesis, acompañado por comunidades, enfermos y religiosas: “La llamada que recibí hace veinticinco años ha cambiado mi vida. El Señor ha escrito una historia conmigo… Gratitud enorme por una historia vivida diciendo sí a quien me llamó a servir”.
Emocionado, concluye afirmando que su vocación no es una conquista personal, sino don: “Mendigo de una gracia inmerecida. Vivo de la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí”.
Dios ha hecho maravillas
Manuel Vargas Cano de Santayana, vicario episcopal para el Cerro de los Ángeles, también celebra sus bodas de plata sacerdotales. Al echar la mirada atrás confiesa que este aniversario le permite ver la obra de Dios incluso en su fragilidad: “me permite ver que, a pesar de la propia torpeza, Dios ha hecho maravillas”.
Con más de 9.000 misas celebradas, Vargas se sigue emocionando cada vez que consagra: “Todavía me emociona poner voz a Jesucristo que dice ‘esto es mi Cuerpo entregado’. Sigo enamorado de Jesucristo y de su Iglesia”.
Con humildad y entusiasmo, afirma que, si pudiera volver a vivir, volvería a decir “sí”: “Si volviera a nacer, volvería a ser sacerdote… aunque seguramente lo haría mucho mejor que esta primera vez. ¡Gracias, Señor, por tanto bien recibido!”
Mi historia empezó jugando en la parroquia
José Manuel García Naranjo, conocido como Josechu, es Hijo de la Caridad y párroco de San Rafael Arcángel, en el barrio de La Alhóndiga, de Getafe. Su vocación comenzó en su infancia: “Mis primeros pasos fueron en una parroquia del sur de Sevilla, jugando con otros niños en las salas de reuniones. Allí conocí a los Hijos de la Caridad, que fueron dejando una huella profunda”.
Su historia es un testimonio de cómo la vida comunitaria y el trabajo en barrios vulnerables le han formado como sacerdote: “El encuentro cotidiano con los vecinos me hace formar parte de un pueblo al que Dios me envía y en el que Dios me espera, en sus hijos más vulnerables y necesitados”.
Con esperanza y sentido de pertenencia eclesial, Josechu mira al futuro: “Espero llegar a los 50 años como Hijo de la Caridad, con todos mis hermanos sacerdotes y los obispos de la Diócesis de Getafe, a la que tanto debo”.
25 años de la fidelidad de Dios
Pablo Fernández-Martos, párroco en Jesús y San Martín, de Getafe, resume sus bodas de plata como un testimonio de la fidelidad divina: “Para mí son 25 años en los que Dios que me ha sostenido y me ha hecho perseverar hasta hoy por pura gracia”.
Misionero en Chile durante parte de su ministerio, Pablo subraya el gozo de haber servido a comunidades diversas: “Me causa un gozo muy grande haber podido ayudar al pueblo cristiano y servir en muchos lugares, también fuera de España”.
Este aniversario tiene además un tinte personal: la ausencia reciente de su madre.
“Mi madre murió hace cinco meses. Celebrar este aniversario sin ella es extraño, pero confío en que esté ya celebrando la misa eterna en el cielo. En cada Eucaristía me uno más a ella y a mi hermana”, asegura.
En estos 25 años al servicio de la Iglesia, la Virgen ha sido fundamental: “Toda mi vida y mi sacerdocio están consagrados a ella. Sin ella, no soy nada”.
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