Elegir la sencillez
Por José Rico Pavés

Dos hechos de especial relevancia han marcado las enseñanzas del Papa en el último mes: la peregrinación ecuménica a Ginebra con ocasión del 70º aniversario de la fundación del Consejo Mundial de Iglesias y la celebración del consistorio ordinario público para la creación de nuevos cardenales. En la designación de estos colaboradores más directos, Francisco ha querido mostrar la universalidad de la Iglesia que continúa anunciando el amor misericordioso de Dios a todos los hombres de la tierra, a la vez que se manifiesta el vínculo inseparable entre la sede de Pedro y las Iglesia particulares difundidas en el mundo. La peregrinación a Ginebra ha manifestado otra dimensión de la Iglesia de Cristo, la unidad, que se encuentra herida a causa de las divisiones entre los cristianos. Al celebrar la Santa Misa en Palexpo (Ginebra), el Papa se ha detenido a comentar “tres palabras que nos llevan al corazón de la fe”: Padre, pan y perdón. Cuando dirigimos al Padre nuestra oración con las palabras que Jesucristo nos confió renovamos las raíces que nos dan origen. Cuando nos detemos en la sencillez del pan aprendemos a valorar lo sencillo de cada día. Cuando amamos a nuestros hermanos, experimentando el perdón del Padre, nos convertimos en nuevas criaturas y comprobamos que no hay mayor novedad que el perdón. Perdonarnos entre nosotros y volver a descubrirnos como hermanos es el camino para superar las divisiones.
Al encontrarse con los directores nacionales de las Obras Misionales Pontificias, Francisco ha vuelto a recordar que la conversión misionera de las estructuras de la Iglesia requiere santidad personal y creatividad espiritual. “No solo renovar lo viejo, sino permitir que el Espíritu Santo cree lo nuevo”. Invitación vigorosa a preparar el Mes Misionero de octrubre de 2019; oportunidad preciosa para renovar el compromiso misionero de toda la Iglesia.
Las catequesis de las Audiencias de los miércoles estrenan nueva temática. Se cierra el ciclo dedicado al sacramento de la confirmación y se abre uno nuevo sobre los mandamientos. En el punto de partida el encuentro de Jesucristo con el joven rico, que ya cumple los mandamientos, pero padece el drama de la mediocridad. Con la mirada puesta en los jóvenes, el Papa comienza este ciclo recordando la expresión del beato Pier Giorgio Frassati, quien afirmaba que es necesario vivir, no ir tirando. “Los mediocres van tirando”.
En el encuentro con los miembros de la Asociación Gravissimum educationis, Francisco ha afirmado que “solo cambiando la educación se puede cambiar el mundo” y ha propuesto tres aspectos que hoy deben cuidarse especialmente: “hacer red”, transmitir esperanza y ofrecer calidad desde una clara identidad.
“Elijamos la sencillez, la sencillez del pan para volver a encontrar la valentía del silencio y de la oración, fermentos de una vida verdaderamente humana. Elijamos a las personas antes que a las cosas, para que surjan relaciones personales, no virtuales. Volvamos a amar la fragancia genuina de lo que nos rodea. Valorar lo sencillo que tenemos cada día, protegerlo: no usar y tirar, sino valorar y conservar”.