El obispo auxiliar de Getafe, José María Avendaño, ha querido compartir su particular visión sobre el papa emérito Bendicto XVI fallecido el pasado 31 de diciembre.
Avendaño destaca su mirada llena de paz, y su vida llena de oración y de silencio, una paz que mantuvo en medio de las vicisitudes de la vida y que demostró en múltiples ocasiones, en las diferentes luchas que se presentaron dentro y fuera de la Iglesia durante su pontificado.
Destaca también José María el amor que Benedicto tenía a España y que demostraba siempre que llegaba a nuestro país.
“Existe una correlación entre los años de la niñez y el presentarse delante de Dios, pasando por los diez años últimos de silencio y oración, desde donde ha estado sosteniendo a la Iglesia. En esos años de silencio ha dado gracias por el amor de Dios en el ser humano, la naturaleza, la música, la contemplación,… dar gracias y bendecir a Dios por su amor infinito” destaca el prelado diocesano.
Su vida fue un ejemplo claro de amor a Cristo, “ todo se recoge en su obra cumbre y esencial: la trilogía sobre Jesús de Nazaret” señala José María.
"El mejor resumen de su vida está en la noche de la JMJ en Cuatro Vientos en aquella gran tormenta. El Papa rezando con un fortísimo viento y lluvia ante la Custodia de Arce, e irradiando paz” subraya el obispo auxiliar.
TESTIMONIO
“El Señor lo bendijo con la paz de un niño en medio de las tormentas que tuvo que vivir. Así era el rostro del Papa Benedicto, te miraba a los ojos e irradiaba paz.
Benedicto XVI nació en Alemania y allí, en el hogar familiar, junto a sus padres, su hermano y su hermana, se fue fraguando su vocación. Su corazón se vio ajado con la Segunda Guerra Mundial. Cuando se lo llevaron a la guerra desertó, según cuenta él, y fue ese hecho el que avivó su escucha de Dios y la llamada a ser sacerdote.
El Señor lo llamó temprano en su “Nazaret” de la infancia y sus últimas palabras, “Jesús te amo” (según su enfermero) también fueron pronunciadas desde su “Nazaret” en Roma. Ahí está el resumen de su vida: su amor al Señor Jesús.
A mi entender, hay una coincidencia, o mejor dicho, la mano de la Providencia, entre la infancia y el momento de ir a Dios. Existe una correlación entre los años de la niñez y el presentarse delante de Dios, pasando por los diez años últimos de silencio y oración, desde donde ha estado sosteniendo a la Iglesia. En esos años de silencio ha dado gracias por el amor de Dios en el ser humano, la naturaleza, la música, la contemplación,… dar gracias y bendecir a Dios por su amor infinito.
Y todo se recoge en su obra cumbre y esencial: la trilogía sobre Jesús de Nazaret. El encuentro con Jesucristo cambia todo. “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.Sintió un gran aprecio por España. Ya siendo cardenal hizo varias visitas y comentaba que nuestro país se sustentaba en la fe.Desde luego, el mejor resumen de su vida está en la noche de la JMJ en Cuatro Vientos en aquella gran tormenta. El Papa rezando con un fortísimo viento y lluvia ante la Custodia de Arfe, e irradiando paz.
Una gran tormenta que fue su vida desde niño con la guerra, el trabajo en las aulas, la lucha de los años del Concilio y en esa lucha acompañando durante 26 años a san Juan Pablo II. En su Pontificado se acentuó más. Un Pontificado que nos donó alentándonos a mantenernos “firmes en la fe”. El Señor lo bendijo con la paz”.