El sacerdote diocesano Carlos Ruiz Saiz comenzó el pasado sábado 11 de febrero -fiesta de la Virgen de Lourdes- su experiencia -ad experimentum- como eremita diocesano en Alba (Pontevedra).
La celebración eucarística estuvo presidida por Calixto Cobo, vicario episcopal de la Archidiócesis de Santiago para el área de Pontevedra. En la misma el P. Ruiz Saiz asumió el nombre de hermano Carlos María y recibió el hábito.
El nuevo eremita manifestaba al término de la ceremonia su alegría y su agradecimiento al obispo de Getafe -Ginés García Beltrán- por haberle dado la oportunidad de discernir su llamada a este tipo de vida.
Explica el hermano Carlos María que “esta forma de vida ha sido reeditada por la Iglesia después del Concilio Vaticano II, de manera similar a lo que sucedió con el Orden de las Vírgenes y otras formas de vida consagrada”.
"Mi llamada vocacional siempe había sido a la vida consagrada y a dejarlo todo por Cristo, a vivir con Él" relata añadiendo que "sentía una fuerte atracción por la vida monástica y apostólica que se fue materializando al conocer diversas comunidades religiosas que parecían responder a lo que yo buscaba".
"Hace diez años se despertó aún con más fuerza esa llamada a la vocación contemplativa que se ha confirmado el pasado 11 de febrero" señala.
“El carácter de ‘eremita’ expresa el retiro y la dimensión eminentemente contemplativa. La palabra ‘diocesano’ apunta a su servicio a la Iglesia (no pertenece a una congregación religiosa sino a la Diócesis), y a su carácter más o menos apostólico dependiendo de los casos” continúa.
En mi caso “esta llamada ‘apostólica’ se dirige sobre todo a la acogida y la misericordia, especialmente con los más heridos” explica.
El hermano Carlos ha comenzado su vida eremítica en Alba, un lugar situado en el Camino de Santiago portugués, junto a Pontevedra, donde desarrollará su servicio a la Iglesia “más como una presencia amiga que como una labor pastoral y según prevé la Santa Sede en su documento sobre los eremitas diocesanos (Roma, 2021) al proponerles a San Carlos de Foucauld como modelo”.
La Casa de la Misericordia está abierta para recibir a peregrinos que buscan el sentido de sus vidas, que buscan un encuentro con Dios.