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La Asociación de Devotos de Santa María de la Cruz ha organizado una peregrinación nocturna para el próximo sábado 4 de marzo, durante la cual se rezará un viacrucis por el eterno descanso de las almas del purgatorio.

Cada año esta peregrinación da muchos frutos de fe y de conversión, e incluso alguna curación, como le sucedió a Gloria Esperanza Gómez, una mujer venezolana de 73 años, aquejada de fuertes dolores lumbares, causados por su artrosis lumbosacra, que hace dos años pidió la intercesión de la Virgen.

Desde su llegada a Madrid, Gloria había ido de médico en médico buscando solución a su dolencia con “el alma hecha pedazos” salió a buscar ayuda en las iglesias, sin encontrar consuelo hasta que llegó a la Parroquia San Clemente Romano, en Madrid, donde fue recibida por el párroco y conoció a algunos fieles participantes en la peregrinación al Monasterio de Santa María de la Cruz en Cubas de la Sagra.

“Antes de conocer el lugar, antes de hacer el Viacrucis, le pedí a la santísima Virgen, “voy a visitarte”, con el fin de mitigar mi dolor” relata Gloria, añadiendo que todos los hermanos que iban junto a ella la acompañaban en su oración.

Al mismo tiempo ella pedía a la Virgen: “Virgencita amada, estoy aquí en Cubas de la Sagra, perdóname mis pecados (…) restáurame santa Madre, quítame este dolor que, Virgencita por amor a ti, por amor a vuestro Padre, por amor a mi familia, por amor a mí misma, sáname Virgencita”.

“Entré por primera vez al Santuario. Al entrar ahí sentí como un abrazo muy grande, mi corazón empezó a latir muy fuerte, empecé a sudar mucho, sentí un calor fuerte en mi cuerpo, al mismo tiempo sentí mucha paz, y me quedé un rato semidormida” cuenta esta ciudadana venezolana.

“El sacerdote que estaba dando la misa levantó la Eucaristía, me levanté yo también, y de pronto ya no sentía el dolor, pude arrodillarme y no sentía dolor” recuerda.

Gloria sintió una alegría inmensa y se puso a llorar en silencio porque sintió a su lado “la presencia de la santísima Virgen Santa María de la Cruz”. 

“Quería gritar en ese momento que la Virgencita estaba ahí pero por el miedo al rechazo no lo hice” confiesa.

 “Desde ese momento he querido compartir mi testimonio, y lo hago con mucho amor, y con la intención de que tomemos conciencia de la grandeza del amor de Dios a través de la santísima Virgencita Santa María de la Cruz, para nosotros, para la humanidad” subraya.

“Solo sé que la santísima Virgen nos ama, que la fe, prevalece para siempre sobre el sufrimiento y el dolor” concluye.