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La Casa de las Oblatas del Santísimo Redentor, en Ciempozuelos, acogió desde el 15 al 18 de junio el Cursillo 131 organizado por el Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Getafe

Bajo la dirección espiritual del vicario parroquial de Santa María Magdalena (Ciempozuelos), el sacerdote Julián Lozano, y la coordinación del laico Juan José Rodríguez, un grupo de hermanos cursillistas dieron todo por acercar a Cristo a los invitados al cursillo.

A lo largo del fin de semana los participantes se fueron encontrando con Cristo y dejándose transformar por Él.

La clausura del Cursillo fue presidida por el vicario episcopal para el Cerro de los Ángeles, Manuel Cano de Santayana, que estuvo muy cariñoso con los nuevos cursillistas, animándolos a "perseverar en la fe y en la evangelización".

Una de las personas del equipo ha querido compartir su testimonio expresando que "no se puede dudar del  amor de Dios, ya que su misericordia es incalculable. Y porque utiliza personas muy inútiles para amar a su nivel, para hacer su obra".

"Es la primera vez que hago equipo en un cursillo de cristiandad. Y entré creyendo que era yo la que tenía que dar el cien por cien, que yo tenía que dar el todo por el todo. Y que, según lo que yo hiciese las cosas iban a resultar o no" expresa, añadiendo: "y, cuando empieza el cursillo veo que desde el primer momento está ya derramándose la Gracia del Señor y cambiando completamente mi mentalidad".

Esta cursillista fue dejándose hacer por Dios, y se dio cuenta de que Él actuaba en las personas a través de ella: "personas, muy dolidas, muy angustiadas y con muchos problemas".

"La Gracia se derrama en la medida en que te anulas, en la que en la medida en que eres pequeño, en la medida en que no te crees que puedes hacer nada por ti mismo, sino que todo lo hace Dios a través de ti" explica.

Y concluye: "ver la transformación, ante el Sagrario, de una persona que estaba enfadada, llena de odio hacia ciertas personas, y que después del final del segundo día, se acerca y te dice: 'he abierto una rendija a la puerta del amor'. Esto no tiene precio".

Otro de los asistentes a este cursillo manifiesta que este no ha sido un cursillo de grandes conversiones "pero sí de sacudidas".

"Ha sido un cursillo de reencuentro, de renovación, de poner las cosas en su sitio. De sanar heridas, de volver a comenzar, de seguir caminando" subraya.

Dios ha puesto en orden su vida y manifiesta que "ahora toca mantener el orden. Toca ponerse las pilas y ser testigos del amor de Dios, de caminar con un ideal reforzado, con una llave que todo lo abre y sabedores de que tenemos una comunidad con la que caminar".

"Hora tras hora compartiendo con los hermanos sus miedos y dudas, las visitas al sagrario, las miradas y sonrisas todo ha sido un regalo. Hemos cantado, hemos reído, contado chistes y compartido una vivencia que es única. Unidos en Cristo contamos con El cómo Él cuenta con nosotros" afirma.