11/10/2023. Mañana jueves 12 de octubre la Diócesis de Getafe celebra las ordenaciones, una ceremonia, presidida por el obispo D. Ginés García Beltrán, en la que el diácono Miguel Ángel Rodea será ordenado sacerdote y el seminarista José Luis Martín dará su paso al diaconado.
A esa ceremonia asistirán también el resto de los seminaristas que los han acompañado en estos años de formación en el Seminario Nuestra Señora de los Apóstoles y los nuevos miembros que empiezan a cursar el primer curso, el propedéutico, una cantera de ocho jóvenes, entre los 21 y 28 años a los que el Señor ha llamado a su servicio.
Estos jóvenes que han respondido sí a Dios provienen de diferentes lugares de la Diócesis: Alcorcón, Boadilla del Monte, Móstoles y Pinto, o de fuera: desde Madrid a Sevilla, pero con fuertes vínculos con la Diócesis, a través de parroquias o de movimientos como Comunión y Liberación o Hakuna.
Uno de estos seminaristas del propedéutico es el pinteño José David Pérez, quien señala que “este ha sido un camino de toda una vida en el que Dios me ha ido guiando con paciencia y misericordia de padre”.
José David recibió todos los sacramentos de la iniciación cristiana en la Parroquia Santo Domingo de Silos, pero después de la confirmación se fue alejando paulatinamente de la comunidad parroquial.
“Era plenamente consciente de lo que implicaba el seguimiento de Cristo, y suponía una gran losa en comparación con el ancho camino que me proponía el mundo, de modo que reduje mi vida espiritual a asistir a misa los domingos, dejando la confesión y la comunión durante muchos años” recuerda.
“Al acabar el bachillerato me puse a trabajar, tuve buenos y malos momentos pero incluso cuando las cosas personalmente me iban bien estaba cada vez más triste. Comencé a buscar en las cosas del mundo algo que pudiera satisfacer un anhelo interior que desde hace años me asolaba: salía de noche; perdía mi tiempo; siempre tratando de no pensar demasiado” continúa.
A pesar de todo confiesa que nunca perdió la fe y “sabía que algún día debía claudicar y entregarme a Dios, pero mi pequeñez y los muchos engaños en los que caí me hicieron persistir en una huida hacia delante”.
“Dios sabía que debía de acabar de caer para que Él pudiera levantarme y nunca me abandonó y esperó pacientemente, hasta que un día viendo como le había dado la espalda a Dios y el daño que le había hecho, pude sentir clara su presencia y misericordia. Desde ese momento comenzó mi reconversión, retomé los sacramentos, asistía a misa a diario y descubrí lo que es tener una comunidad de fe en el grupo de jóvenes de mi parroquia” subraya.
Como a veces los designios de Dios no son los nuestros, este joven seminarista tuvo que enfrentarse a un dilema y escoger su camino: “un año y medio después de esto volvió a dar un vuelco mi vida, ya estaba preparado para lo que el Señor me tenía que pedir, de tal modo que estando en oración sentí de manera clara que Dios me pedía ser sacerdote. Fue muy duro para mi sentir esto de una manera tan evidente, pues yo quería casarme y formar una familia”
“Le pedí a Dios en la oración que diese el valor necesario para hacer su voluntad. Como fruto de esa petición sentí una gran paz y comprendí la belleza de aquello que me pedía, pude ir atisbando la grandeza de la misión sacerdotal hasta que finalmente no deseaba otra cosa. Después del año de introductorio, donde venía los sábados al seminario, por fin ha llegado el momento de estar aquí y mirando atrás me encuentro muy agradecido por la inmensa gracia que ha significado este camino” concluye.
Rafael Abad (en la foto el tercero por la izquierda), que tiene 23 años y procede de Madrid, explica que siempre había querido hacer la voluntad del Señor pero que “encajara” en sus esquemas.
“Siendo el tercero de una familia de siete hermanos, siempre había imaginado que Dios tenía preparada para mí una vida emocionante donde me entregaría a través de mi trabajo y a través de una familia que, como mínimo, sería tan numerosa como la mía. Hasta hace poco, nunca imaginé que Dios me querría entero para Él en el sacerdocio, y ahora estoy preparándome para ser, si Dios quiere, sacerdote diocesano de Getafe” cuenta.
Rafael tenía sus propios planes, era buen estudiante y estudió un doble grado en Derecho y Análisis de Negocios, trabajando después un año en un despacho de abogados en Madrid. “Durante estos años he sido un estudiante y un trabajador muy feliz, con amigos y con una familia que es un regalo. He viajado por el mundo, he tenido novia, he conocido a gente increíble, he salido de fiesta, he avanzado en mis proyectos profesionales… pero toda la vida he tenido una inquietud en el corazón que me decía que había algo más, que la vida era mucho más de lo que yo estaba viendo a través de mis apuntes y de mis contratos” subraya.
“Estos años he vivido mi fe fundamentalmente en Hakuna, donde he podido comprobar que la alegría de seguir a Cristo no hay dinero, éxito ni comodidad que la iguale, he podido experimentar en mi propia vida que la sonrisa de alguien tocado por Cristo es la sonrisa más bonita y real que se puede ver” relata.
Tras un tiempo de discernimiento este nuevo seminarista se ha dado cuenta de que “Dios me quiere entero para Él, creo que quiere seguir llenándome de su amor y creo que quiere que le ayude, con mi pobreza, a llevarle a tantos corazones sedientos que no podrán parar de reír el día que le conozcan. No sé dónde estaré dentro de siete años, pero ahora mismo estoy feliz en el Seminario Diocesano de Getafe, en manos de la Iglesia para que me acompañe y me ayude a ver qué quiere Dios de mí”.
Las ordenaciones podrán seguirse en directo a través del canal diocesano de youtube: https://www.youtube.com/watch?v=FhmPv5UZkFQ