13/10/2023. El obispo D. Ginés García Beltrán presidió la ordenación de presbítero de Miguel Ángel Rodea el pasado jueves 12 de octubre -fiesta de la Virgen del Pilar- en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles. En la misma ceremonia fue ordenado diácono José Luis Martín.
El prelado estuvo acompañado por el obispo auxiliar de Getafe, D. José María Avendaño; el obispo emérito, D. Joaquín María López de Andújar; el vicario general Javier Mairata; los vicarios episcopales; el canciller secretario; los rectores de la Basílica y de los Seminario, y un centenar de sacerdotes que se trasladaron desde sus parroquias para acompañar a su nuevo hermano en el ministerio.
Asistieron además los seminaristas, amigos y familiares de los dos ordenados, así como los miembros del coro y de la orquesta de la Diócesis que, bajo la batuta de su director, Javier Ávila, embellecieron con sus voces y su música la ceremonia en la Basílica.
D. Ginés en su homilía, apoyándose en las lecturas proclamadas del día, comenzó subrayando que “la vocación es un don, como lo es también la consagración y el envío a la misión” e insistiendo en que “no es una conquista humana (…). La vocación esconde el misterioso plan de Dios para salvar a los hombres”.
El prelado diocesano animó a los ordenandos a que confiaran siempre en Dios, a pesar de que la tarea que se les encomienda no es fácil: “queridos Miguel Ángel y José Luis, confiad siempre en el Señor, en toda circunstancia, en cualquier dificultad, cuando llegue la oscuridad, o surja la duda; cuando os sintáis pobres y débiles. Confiad en el Señor que es fiel y llevará adelante su obra en vosotros. Basta que repitáis con los labios y, sobre todo, con el corazón: “(…) Dios no se desdice, Dios no se equivoca, y “el que comenzó en ti la obra buena, Él mismo la llevará a su término”.
Y también quiso recordarles su llamada a la santidad y a alcanzar la perfección: “el ministerio que hoy recibís cambia vuestro ser, y tiene que cambiar vuestra vida. La configuración con Cristo no es un añadido instrumental, sino un cambio radical de vosotros mismos. Es una llamada a la santidad (…). Los sacerdotes están obligados de manera especial a alcanzar la perfección, ya que, consagrados de manera nueva a Dios por la recepción del Orden, se convierten en instrumentos vivos de Cristo”.
Además de la importancia de servir al “pueblo santo de Dios”: “la configuración con Cristo nos pone al servicio del Pueblo Santo. No existimos para nosotros mismos; cualquier acción sacerdotal es para el servicio de los demás, aunque sea la acción más íntima o privada, aunque sea la del sacerdote anciano o enfermo que ofrece el don de su vida desde el silencio de su lecho. Todo es del Señor para la misión”
“Vosotros sed, como nos dice el Papa, ‘evangelizadores con espíritu’, es decir, ‘evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo’ (EG, 259). Esto quiere decir, evangelizadores que oran y trabajan. (...). Y no caigáis en la queja de las condiciones o el ambiente en el que vivimos, la primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo más” (EG, 264)” subrayó García Beltrán.
“El pueblo santo que nos es encomendado debe ser algo nuestro, hemos de amarlo como Dios lo ama, y para eso hemos de mirarlo como Dios lo mira, sin juicios ni prejuicios” añadió.
Quiso el obispo también animarlos a ser testigos de Cristo en medio del mundo llevando un mensaje de esperanza “pero no como enemigos que señalan y condenan (…) sino con dulzura y respeto. Y al mismo tiempo con fortaleza, amor y templanza, sin cobardía”.
“Queridos Miguel Ángel y José Luis, la Providencia ha querido que hoy recibáis juntos el orden sagrado, uno en el grado de los presbíteros, y el otro en el de los diáconos. Os conocéis desde niños y juntos habéis crecido en la fe y habéis madurado vuestra vocación hasta llegar aquí. Los dos habéis vivido en el marco de nuestra Catedral, en la Parroquia Santa María Magdalena (…) el hecho de vuestro origen común también debe ser para nosotros un signo de la esencial unidad y fraternidad de nuestro presbiterio diocesano” insistió D. Ginés.
Por último, encomendó al nuevo presbítero y al neodiácono y a toda la Diócesis a la patrona diocesana, la Virgen de los Ángeles y a la del Pilar, en el día de su fiesta.
Después de la homilía la celebración continuó con los ritos de ordenación: promesa de los elegidos, letanías de los santos, la imposición de manos y la plegaria, la unción de las manos, la entrega del pan y del vino, y la liturgia eucarística.
Al final de la ceremonia, después del canto ‘Salve Regina’ y antes de la bendición, D. Ginés quiso felicitar al presbiterio diocesano “que hoy se ve rejuvenecido con este nuevo sacerdote”; a D. Joaquín “por ese pastoreo durante tantos años”; a D. José Ma-ría “que participa de este gozo”; a todos los presbíteros “que hoy celebran el aniversa-rio de su ordenación”; al nuevo presbítero y al nuevo diácono, a sus familias; al clero de la catedral “de donde proceden estos dos jóvenes”; al Seminario “nuestra joya y garantía de futuro”; a sus formadores “que los habéis acompañado estos años”; al co-ro y a la orquesta y a toda la Diócesis.
Para finalizar, el obispo informó de que Miguel Ángel va a realizar su ministerio sa-cerdotal en la Parroquia la Inmaculada (Alcorcón) acompañando “a un párroco misio-nero, con todo lo que ello significa” Alberto Íñigo, y José Luis ejercerá su diaconado junto a Carlos Díaz Azarola, en Santo Domingo de Silos (Pinto).
Si desean escuchar la homilía íntegra y ver la celebración completa se puede acceder al siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=FhmPv5UZkFQ&list=RDCMUCwNmW3r427fs4I6335R-QgQ&start_radio=1