31/10/2023. El pasado domingo 29 de mayo, el sacerdote Iván Sánchez Villalón tomó posesión de la Parroquia San Francisco de Sales, en Parla, en una ceremonia presidida por el obispo diocesano D. Ginés García Beltrán.
El prelado estuvo acompañado por el arcipreste, Isaac Parra, y algunos sacerdotes de la Diócesis, así como un gran número de fieles, familiares y amigos que quisieron acompañar al nuevo párroco en un día tan importante en su ministerio sacerdotal.
Entre los muchos asistentes destacó la presencia de una amplia representación de la Corporación municipal, así como las Juntas Directivas de las Hermandades de Parla, y un grupo de diocesanos llegados desde Aranjuez donde Iván ha ejercido gran parte de su ministerio.
Cabe destacar que la feligresía de San Francisco de Sales asistió ilusionada para acoger a su nuevo pastor, volcándose en todos los preparativos de este día tan especial.
D. Ginés centró su homilía en dos reflexiones al hilo de la liturgia del día. En la primera de ellas, el prelado destacó el orgullo de San Pablo por una comunidad tan viva y evangelizadora como la de Tesalónica.
"El origen de este impulso misionero se encontraba en su disposición para acoger la Palabra de Dios, con el gozo del Espíritu Santo, aun en medio de tribulaciones" relató.
El prelado insistió en que esta acogida no siempre es fácil: "una parroquia pasa por tribulaciones, pasa por momentos delicados (...) Pero cuando una parroquia está asentada en la Palabra de Dios y no en ninguna otra cosa que se puede caer, que se puede romper, que puede dejar de existir, esa parroquia pasará tribulaciones, pero estará firmemente asentada en la Palabra de Dios".
En este sentido, el obispo invitó a los feligreses a ser "testigos y presencia del amor de Dios" en el barrio de Parla Este, que actualmente ronda los 40.000 habitantes. Así, animó a los asistentes a perseverar en el anuncio de Jesucristo en un mundo al que parece no interesarle el hecho religioso, conscientes de que el corazón humano "tiene sed (...), espera, ama... un corazón que se da cuenta de que no le satisfacen las cosas materiales y que por más que toma, que adquiere o que tiene, no llena ese corazón. Es un corazón que está esperando, aunque no lo sepa, escuchar la buena noticia de Jesucristo".
Un segundo aspecto que quiso destacar el obispo, centrado en el Evangelio, es la necesidad de "amar a Dios con el ser entero: con lo que pienso, con lo que quiero, con lo que siento".
Además, explicó cómo "todo amor humano, por perfecto que sea, tiene vetas de egoísmo (...) que el amor de Dios viene a quitar. Por eso, el amor a Dios, el amor a los hermanos, que es una misma cosa, es el que tiene que fundamentar esta parroquia, lo que sois, lo que hacéis, lo que vivís, en medio del mundo."
"Hoy la palabra del Señor viene a poner los fundamentos, las raíces, los cimientos de una comunidad parroquial" insistió.
A continuación, el obispo retomó la segunda lectura e hizo hincapié en cómo san Pablo recuerda a los Tesalonicenses cómo se convirtieron de los ídolos: "queridos hermanos: no hagamos ídolos de nada ni de nadie. El único Dios es éste al que queremos amar con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente".
Finalmente D. Ginés pidió en voz alta para la comunidad parroquial "el don de la unidad, de caminar juntos, (...) con un solo corazón, con una sola alma". El prelado manifestó su deseo de "volver pronto para inaugurar el nuevo templo para poder ser un lugar más visible y adaptado a las muchísimas necesidades que tiene la Parroquia".
Al final de la celebración tomó la palabra el nuevo párroco e instó a sus feligreses a "construir la parroquia que Dios quiere". Iván expresó que llegaba aquella mañana "para decir mi sí al Señor que me trae, mi sí a vosotros que me habéis sido confiados".
Además, manifestó su disponibilidad a sus nuevos feligreses, sosteniendo que llegaba "en el nombre del Señor, que me envía a través de su Iglesia. No tengo otras credenciales. En esta parroquia quiero ser y seguir aprendiendo a ser pastor, un buen cristiano con vosotros y para vosotros un buen párroco".
En su exhortación final el sacerdote animó a su nueva feligresía al trabajo en común: "hay mucho bueno por hacer, y vale la pena luchar por ello. Tenemos tanto que mirar juntos, tanto que orar al Señor, tanto que construir... Así pues, os exhorto, en todos los sentidos, a ponernos manos a la obra".