El obispo D. Ginés García Beltrán presidió el pasado sábado 8 de abril la solemne Vigilia Pascual en la Catedral Santa María Magdalena (Getafe) acompañado del rector y formadores del Seminario Mayor, el canciller secretario, algunos delegados, parte del clero parroquial y decenas de fieles diocesanos.
En el transcurso de la celebración, cargada de ritos muy simbólicos, trece adultos y dos niños recibieron los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, acompañados por sus padrinos y por los catequistas que les han guiado en el camino de la fe en su etapa de formación.
Con edades comprendidas entre los diez y los 54 años, procedían de parroquias de Alcorcón, Arroyomolinos, Boadilla del Monte, Fuenlabrada, Humanes de Madrid, Parla, Pinto, Valdemoro y Villanueva de la Cañada.
El Señor les ha llamado a su Iglesia no sólo desde nuestro país, sino desde lugares tan dispares como Brasil, Francia, Marruecos, Honduras o Ecuador.
La celebración se inició con la bella liturgia de la luz en el atrio de la Iglesia, alrededor del fuego, “para romper las tinieblas en la gran noche de la Resurrección del Señor”.
A continuación, detrás del cirio, que representaba a Cristo resucitado, el obispo, los sacerdotes y los catecúmenos con sus padrinos iniciaron la procesión hasta el altar, para ocupar sus puestos y escuchar, exultantes de gozo, el pregón pascual.
Después de las siete lecturas del Antiguo Testamento, la epístola de San Pablo y el Evangelio, D. Ginés comenzó su homilía con una llamada a la vida en Cristo: “en la oscuridad de la noche, queridos hermanos, nace una luz: es Cristo que ha resucitado de entre los muertos. La vida ha vencido a la muerte. Cristo ha vencido y en su resurrección hemos vencido todos".
En sus palabras el obispo quiso subrayar la importancia de los sacramentos que iban a recibir ‘los elegidos’ en esa noche especial: “nuestra iglesia se viste de fiesta porque un grupo de catecúmenos va a ser revestido de Cristo por el bautismo, ungidos con el óleo de la alegría y partícipes de la mesa de la eucaristía, anticipo y participación ya de la vida eterna”.
“Estos 15 hermanos confirman nuestra fe, al recordar que Dios viene con nosotros. Nunca nos abandona y cada día nos renueva con el don de su amor la inquietud del corazón, esa que provoca el amor y la falta de conformidad con la muerte del ser amado” remarcó.
D. Ginés quiso invitarles a ellos y a toda la asamblea a vivir la alegría de la resurrección “en la oscuridad de la noche, queridos hermanos, nace una luz que es Cristo, que ha resucitado de entre los muertos”.
Además, recordó la necesidad de compartir la alegría de la salvación, llevando a Cristo al mundo entero: “la resurrección de Cristo no es un sentimiento ni es el deseo de inmortalidad que habita en todo hombre. Jesús ha resucitado en la historia. El crucificado es el resucitado. Él mismo se aparece a las mujeres y las llama a la alegría. A la nueva vida del resucitado”.
“Y además las llama, a ellas y a sus discípulos, a todos nosotros, a ir a Galilea. Nos invita a comenzar de nuevo, a vivir la experiencia de la conversión, a volver al Señor después de la experiencia de la fragilidad y del pecado” insistió el obispo.
Por último, D. Ginés, dirigiéndose a los catecúmenos, les dijo: “no olvidéis que el amor exige constancia y dedicación y que tiene vocación de eternidad. Esta historia de amor entre Dios y cada uno de vosotros está llamada a vivir un ‘para siempre’ en fidelidad y en ternura”.
“Que la alegría que la fe ha hecho brotar en vosotros no se apague nunca y que se lo digáis a los demás con sencillez pero con convicción” instó.
A continuación llegó la liturgia bautismal, que comenzó con la procesión hasta el baptisterio, mientras se cantaban las letanías de los santos para implorar la intercesión de los hermanos que ya están en el cielo.
Tras las renuncias y la profesión del Credo, recibieron el Bautismo, se les impuso la vestidura blanca y recibieron una vela encendida en el cirio pascual, “para que caminen en la luz de Cristo, como hijos de la luz”.
Tras este sacramento, recibieron la Confirmación y por primera vez la Eucaristía, bajo las dos especies.
Los neófitos, que según han manifestado “esperaban con gran ansia esta gran vigilia”, vivieron con especial atención cada uno de los momentos de la celebración.
Los nuevos hijos de la Iglesia, recién nacidos a la vida de la gracia han decidido poner su vida a disposición de Cristo y del Evangelio. “Lo recordaremos como el día más feliz de nuestras vidas” declararon.
Se puede volver a ver la Vigilia pascual en el enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=ize2MExTrXg