Jueves 7 de diciembre, 21.00 horas
Basílica del Sagrado Corazón de Jesús
La Basílica del Sagrado Corazón de Jesús (Cerro de los Ángeles) acogerá el próximo miércoles 7 de diciembre, a las 21.00 horas, la tradicional Vigilia de la Inmaculada, organizada por la Delegación diocesana de Juventud en colaboración con la de Apostolado Seglar.
Presidirá la celebración la patrona diocesana, la Virgen de los Ángeles, colocada en el altar en su talla de madera policromada en blanco y azul y coronada en plata, que ha sido trasladada desde el convento de las MM. Carmelitas del Cerro.
La imagen de la Virgen estaba visitando este Monasterio desde el pasado 26 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey, con motivo del Año Jubilar concedido por la Santa Sede al Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús y Santa María de los Ángeles, por el Centenario de su fundación.
El acto comenzará con el tradicional canto oriental dedicado a la Virgen María del Akathistos (un antiguo himno litúrgico que ensalza el misterio de María) cuya oración será acompañada por el obispo auxiliar D. José María Avendaño y, a continuación, se rezará el santo Rosario.
El canto será interpretado por el coro diocesano bajo la batuta de Javier Ávila, quien también acompañará la celebración posterior de la eucaristía, presidida por el obispo diocesano D. Ginés García Beltrán y concelebrada por el auxiliar, vicarios episcopales y sacerdotes.
Destaca García Beltrán que “en la Virgen María vemos el misterio del amor de Dios que la eligió antes de todos los tiempos y fue preservada del pecado para que fuera un templo precioso en el que Dios se hiciera hombre. Dios ha elegido a María y la ha destinado a ser santa, la ha destinado para que dé muchos frutos y consumar en Ella la historia de la salvación”.
El dogma de la Inmaculada concepción de María
El dogma de la Inmaculada Concepción de María fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus. Este dogma sostiene que, por una gracia especial de Dios, la Virgen María fue preservada de todo pecado desde el momento de su concepción, es decir, desde el instante en que María comenzó la vida humana.
En otras palabras, María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano.