Curar el mundo
por José Rico Pavés

El papa Francisco comenzó el verano con la mirada puesta en Lampedusa. Hace siete años viajó a esta isla del Mediterráneo, al sur de Italia, para encontrarse con refugiados y migrantes, y sacudir la conciencia del primer mundo con un grito potente que declaraba la vergüenza por la muerte de tantos que naufragaron en su intento por encontrar un mundo mejor. «Recuerdo ese día, hace siete años, justo en el sur de Europa, en esa isla... Algunos me contaron sus propias historias, cuánto habían sufrido para llegar allí». Al evocar este recuerdo, el Papa ha reiterado que el encuentro con el otro es también un encuentro con Cristo: «Es Él quien llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos, pidiendo poder desembarcar». Es el mismo Cristo quien lo declara: cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis (M5 25, 40). «Esta advertencia es hoy de gran actualidad. Todos deberíamos tenerla como punto fundamental en nuestro examen de conciencia, el que hacemos todos los días».

Y de la palabra reveladora de Cristo, que nos llama a reconocer su rostro en los necesitados, a su acción salvadora. Con el mes de agosto, Francisco ha abierto un nuevo ciclo de catequesis titulado Curar el mundo. Cuando el mundo se encuentra aún inmerso en una pandemia que ha desenmascarado nuestras vulnerabilidades, el Papa invita a fijar una vez más la mirada en Jesucristo, poniendo en ejercicio la fe, la esperanza y la caridad, que, en cuanto virtudes infundidas por el Espíritu Santo, son dones que nos sanan y nos hacen sanadores, «dones que nos abren a nuevos horizontes, también mientras navegamos en las difíciles aguas de nuestro tiempo». ¿De qué forma podemos ayudar a sanar hoy nuestro mundo? El Papa es consciente de que hemos sido llamados a continuar la obra sanadora de Cristo, en su dimensión física, social y espiritual. La Iglesia administra la gracia sanadora de Cristo mediante los sacramentos y, «aunque proporcione servicios sanitarios en los rincones más remotos del planeta, no es experta en la prevención o en el cuidado de la pandemia». No corresponde a la Iglesia dictar medidas socio-políticas, pero sí ofrecer los principios sociales para afrontar el futuro con esperanza. Tal es el objetivo del nuevo ciclo de catequesis: «En las próximas semanas, os invito a afrontar juntos las cuestiones apremiantes que la pandemia ha puesto de relieve, sobre todo las enfermedades sociales. Y lo haremos a la luz del Evangelio, de las virtudes teologales y de los principios de la doctrina social de la Iglesia. Exploraremos juntos cómo nuestra tradición social católica puede ayudar a la familia humana a sanar este mundo que sufre de graves enfermedades».