Carmen Alonso y Jesús Rodríguez son un matrimonio mostoleño cuyo ardor evangelizador les llevó a poner en marcha Vida Ascendente en Móstoles primero y en otros municipios de la Diócesis después.
Después de casados se encontraron con Cristo a través del Camino Neocatecumenal y vivieron un proceso total de conversión que les llevó a entregar su vida a los demás, primero en la catequesis a matrimonios en la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción (Móstoles) durante más de 20 años, después como misioneros en Chile y por último en la atención a los mayores en la familia y en la parroquia a través de VA.
En Chile, en la ciudad de Coronel, se integraron en un entorno de pobreza y austeridad para dar testimonio de vida cristiana, conviviendo con los más pobres, en medio de una sociedad corrompida por el alcohol y la droga. El ejemplo de su integridad y renuncia les hizo ganar el respeto y el amor de todos los que les rodeaban.
Después de un período de tres años de misión regresaron a su ciudad natal de Móstoles para atender a la familia y evitar el descarte de sus mayores. Gracias a este retorno los padres de ambos fueron acogidos en su hogar hasta que llegó para ellos la llamada del Señor.
Después, su labor se centró en el acompañamiento de la persona mayor creando grupos de Vida Ascendente en parroquias y residencias. Abrieron un camino en la Diócesis que ahora se debe mantener y renovar.
Decidieron celebrar su 60º aniversario de bodas con un reencuentro en la ciudad de Coronel con la sociedad que habían compartido durante sus años de misión y donde comprobaron que la semilla que plantaron continuaba llena de vida y los frutos de su apostolado eran perennes.
En su vida el Señor les envió una dura prueba que solamente se puede superar con la fe. Su hijo falleció a causa de un accidente a la temprana edad de 41 años.
Ante este acontecimiento tan doloroso Jesús manifestó su aceptación de la voluntad de Dios: “Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Dios me concedió 41 años de vivencia con este hijo tan querido”.
Por su parte Carmen comentó como el Señor se manifestó ante ellos y sintió “los signos de Su presencia sobrenatural” en la muerte de su hijo y durante las honras fúnebres.
“Permanece siempre presente” añadió.
Ahora con sus más de 60 años de vida matrimonial su unión es la unión espiritual de dos almas que han compartido una vida larga y fructífera. Un ejemplo a seguir.