La Casa de Espiritualidad de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, en Ciempozuelos, acogió desde el 2 al 5 de febrero, el cursillo 128 organizado por el Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Getafe y en el que participaron 25 personas.
La clausura del cursillo estuvo presidida por el vicario episcopal para el Cerro de los Ángeles, Manuel Vargas, que recibió a los nuevos cursillistas en nombre del obispo, por el consiliario del Movimiento, Yago Fernández de Alarcón, y por la presdidenta diocesana, Lourdes Barato.
Vargas ofreció a los participantes su testimonio personal como cursillista, recordando su experiencia de amor “que da paz en el corazón y cura heridas”, con la vivencia de ser “reconstruido” y “renovado”, y de sentir una felicidad “desde lo más profundo del corazón”.
María Jesús Cotarelo, miembro de la Ultreya de Aranjuez, fue una de las participantes en este cursillo, y ha compartido el testimonio de una vivencia diferente, ya que era la primera vez que formaba parte del equipo organizador.
“Me he sentido privilegiada al poder ver en primera persona la obra del Señor en cada hermano que vivía por primera vez su cursillo. He visto cómo, poco a poco, se dejaban empapar por su Gracia; su vuelta a la participación en los sacramentos de la Penitencia y Eucaristía, después de muchos años para algunos de ellos” cuenta Cotarelo.
“Al mismo tiempo, como equipo, volvíamos a tener un encuentro con Cristo a través de ellos. Nuestro papel ha sido también acompañar. Un acompañamiento en la oración ante el Sagrario, en el descubrimiento del verdadero ideal, descubrir a Jesucristo vivo y, como culminación, al vivir lo que es ser Iglesia” manifiesta.
Además de María Jesús, otros cursillistas testimoniaron también “haber vivido un cambio que les haría vivir una vida nueva” o haber entendido y experimentado “que no puedes caminar en la fe solo, sino en comunidad”.
Moncho Bugallo, de la ultreya de Alcorcón, que compartió su testimonio en la clausura del cursillo expresó que “el primer cursillo ya fue el de Cristo con sus apóstoles, y la primera reunión de grupo la de Cristo con Pedro, Santiago y Juan, para con ello destacar la importancia de la comunidad de los hermanos en este camino de fe”.