La Delegación Diocesana de Migraciones, tras la pausa forzada por la pandemia, ha recuperado la convivencia intercultural anual, que este año se celebró el sábado 24 de junio en la finca del Centro Marista ‘Fuentenueva’, junto a El Escorial.
En la actividad participaron, además del delegado Fernando Redondo y los voluntarios de su equipo, personas provenientes de Colombia, Bolivia, Perú, Honduras, Ucrania, Marruecos, Costa de Marfil y Senegal.
El encuentro estaba abierto a toda la Diócesis, pero la presencia más destacada fue de la Parroquia San Rafael (Getafe) y de Nuestra Señora de la Paz (Parla).
La Delegación de Migraciones organizó varias actividades para que los asistentes pudieran dialogar, reflexionar, y conocerse mejor.
En el transcurso de la mañana tuvo lugar la oración compartida, en la que rezaron por la paz, y por la solución de tantos conflictos que ahora mismo hay en el mundo, algunos de los cuales tocaban muy de cerca a los participantes.
Los tiempos de silencio se fueron combinando con la lectura de textos sagrados sobre la paz y las canciones.
Desde la Delegación manifiestan que “ha resultado hermoso oír hablar o cantar a cada uno en su propia lengua y, comprenderse como sucedió en Pentecostés, porque tenemos una lengua común, la del Espíritu que es siempre amor, alegría y paz”.
“Hemos pasado un día agradable en familia conviviendo con personas de diferentes orígenes y compartiendo la comida que cada uno llevaba” destacan.
Ese carácter familiar se ha manifestado este año de manera especial en un nutrido grupo de niños, que se lo han pasado estupendamente y que demostraron que las diferencias culturales o de raza no son obstáculo para el encuentro cuando no hay prejuicios.