El obispo de la diócesis de Getafe, Mons. Ginés Garcia Beltrán, ha escrito una carta con motivo del inicio del tiempo de Adviento, cuyo texto completo ofrecemos a continuacion:
QUE LLEGA EL SEÑOR
Nos encontramos a las puertas del tiempo de Adviento, tiempo de preparación y espera que llena de esperanza por la venida de nuestro Señor Jesucristo. Este año, en particular, nuestra reflexión se ve enriquecida por la proximidad del Año Santo 2025, cuyo lema es "Testigos de la Esperanza". En este contexto, quiero compartir con vosotros algunas reflexiones sobre cómo podemos vivir este Adviento con un corazón renovado, en el que dejemos espacio a la esperanza, que no lo olvidemos, no es el resultado de nuestro esfuerzo, sino un don de Dios, una virtud.
El Adviento es un tiempo de espera activa y vigilante. No es una espera pasiva, sino un período en el que nos preparamos espiritualmente para la llegada de Cristo. Es un tiempo para renovar nuestra esperanza y recordar que Dios siempre cumple sus promesas. La esperanza cristiana no es una ilusión, sino una certeza basada en la fidelidad de Dios. Como dice el Salmo 27: "Espera en el Señor, sé valiente; ten ánimo, espera en el Señor".
El próximo Año Santo, convocado por el Papa Francisco, nos invita a ser portadores de esperanza en un mundo que a menudo se siente sumido en la oscuridad y la incertidumbre. En un mundo marcado por las guerras, la injusticia, la pobreza, la desorientación de muchos, y la falta de sentido, somos llamados a ser testigos de la esperanza que nace del Evangelio. Este Año Santo nos brinda la oportunidad de renovar nuestra fe y nuestro compromiso con la misión de la Iglesia.
Ser testigos de la esperanza implica vivir y transmitir los valores del Reino de Dios. Nos invita a ser personas de oración, que confían en la providencia de Dios y que, a través de sus acciones, reflejan la luz de Cristo. En este Adviento, podemos practicar obras de misericordia, dedicar tiempo a la oración y la lectura de la Palabra de Dios, y fortalecer nuestros lazos de fraternidad.
Hace unos días celebrábamos la Jornada Mundial de los Pobres. El Papa Francisco nos recordaba en su mensaje para esta ocasión que "La oración del pobre sube hasta Dios". En este Adviento, estamos llamados a escuchar las voces de los pobres y marginados, y a responder con amor y solidaridad. Ser testigos de la esperanza significa comprometernos activamente en la construcción de un mundo más justo y fraterno.
Con la liturgia de la Iglesia cantamos a la venida del Señor que llega a salvarnos, salgamos gozosos a recibirlo dejando atrás la modorra y el sueño que nos impiden esperar contra toda esperanza. Nuestro testimonio ha de ser un faro de luz y esperanza para aquellos que nos rodean. No olvidemos que una palabra, la oración silenciosa, una acción sencilla, pueden ser para los otros un signo de la venida del Señor. El mundo necesita de la esperanza, atrevámonos a llevar esta esperanza al mundo, la que viene del Dios que por nosotros se ha hecho hombre.
La Virgen María, cuya espera en el Adviento culmina en la Navidad, es nuestro modelo perfecto de esperanza. Su "sí" a Dios fue un acto de confianza total en su promesa. Ella nos enseña a esperar con paciencia y fe, sabiendo que Dios siempre cumple su palabra. María, como Madre de la Esperanza, nos acompaña en nuestro camino y nos ayuda a mantener viva la llama de la esperanza en nuestros corazones.
Mons. Ginés García Beltrán, obispo de Getafe
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