25/12/2024. El obispo de Getafe, Mons. Ginés García Beltrán, ha celebrado este 25 de diciembre la solemnidad de la Natividad del Señor con una misa en la catedral a la que han asistido cientos de personas.

En su homilía, tras la proclamación del Evangelio, ha indicado que “el nacimiento del hijo de Dios es una fiesta grande que llena de alegría el corazón del hombre”, pero también “de esperanza al ver que el todo lo ha creado se hace uno de nosotros, se hace uno para nosotros, se hace niño”.

“Tenemos la tentación de, ante este Misterio, pasar, ir de puntillas y fijarnos en lo más emotivo” pero “no introducirnos realmente en este Misterio histórico que ha acontecido trascendiendo la propia historia de los hombres”, ha continuado

El obispo de Getafe ha señalado que “hoy la Iglesia nos llama a vivir contemplativamente esta fiesta, a no pasar de largo, a no quedarnos solo en lo exterior que es verdad que es llamativo, que enternece, sino a ir al misterio interior, a ir al amor de lo invisible”.

A este respecto, ha destacado el prólogo del Evangelio de San Juan que es “un gran himno, un himno a la creación, un himno a la redención, un himno a la plenitud de los tiempos como decía también la Carta a los Hebreos”.

“La vida engendra la vida, la muerte engendra la muerte, por tanto, vivir, ser vivos, supone engendrar la vida, pero no cualquiera, sino la Vida con mayúscula, esa que ha traído la Palabra, que lo ha hecho todo, y es la que ilumina nuestra existencia, es lo que ilumina los momentos importantes de la existencia del hombre, pero también lo cotidiano”.

El obispo de la diócesis ha continuado recordando lo que dice San Juan: “que el mundo no lo acogió”. “Pero Dios no se cansa, no se rinde nunca. Aunque las tinieblas del mundo sean grandes, siempre resplandece”, ha asegurado.

Sobre estas tinieblas ha puesto de ejemplo la “catástrofe de la dana”. “Quizá se han quedado en nuestras retinas y en nuestro corazón esas imágenes terribles de lo que puede pasar en un instante, sin embargo, si nos paramos a mirar un poco, vemos que en esas tinieblas, en esa oscuridad también existía la luz, la luz de la fe, de la esperanza, de la caridad de tantos hombres y mujeres que no se quedan con las manos cruzadas con lo que está pasando”.

 

En medio de las tinieblas

También ha tenido palabras hacia la guerra en Ucrania “o cualquier foco de violencia en el mundo, o de tantas personas que van buscando un mundo mejor y salen de su tierra buscando –como lo hemos hecho muchos– un lugar para vivir con dignidad, y de tantas personas que no tienen para comer, no tienen vivienda o no tienen cultura. En medio de esa tiniebla nace la luz de la vida”.

“Dios ha puesto la tienda de campaña entre nosotros, esta tienda de campaña es la tienda del encuentro. Dios puso su tienda para encontrarse con esta humanidad herida, vulnerable, pecadora, condenada al fracaso al mal, para darnos nueva vida”.

Pero, “Dios nos ha regalado su gracia, gracia tras gracia, revelándonos así lo que el hombre es incapaz. Somos incapaces de llegar a Dios”, ha proseguido en la homilía.

“Dios se ha hecho hombre en el seno purísimo de una mujer. Dios ha nacido pobre entre los pobres. Cuando vemos un niño, con lo que un niño significa, lo que vemos es un amor inmenso, a raudales, un amor que no tiene límites y que se ha hecho uno con nosotros. Por eso, dicho el mensajero que trae la paz, que trae la buena noticia”.

 

Al acercarse al Misterio de Belén

Mons. Ginés García Beltrán ha pedido “cuando te acerques al Misterio de Belén y veas a ese niño tan desprotegido, piensa, medita, contempla: es el reflejo de la gloria de Dios, es la impronta de su ser”.

“Que afortunados somos –ha seguido- de poder creer en este Dios encarnado, en este Dios con nosotros, Que afortunados de poder adorarlo con María, José, los pastores de Belén. Que afortunados somos cuando podemos adorarlo como los Magos, trayendo el testimonio de nuestro incienso, de nuestro oro, de la mierra”.

“Hoy tantas luces en la ciudad nos impiden ver las estrellas, tanta prisa en esta sociedad humana en la que vivimos nos impide llegar a lo profundo de lo que realmente vivimos. En el mundo de la imagen y de la Inteligencia artificial somos incapaces de vivir desde el corazón”.

Sin embargo, “los pastores sí vieron las estrellas porque contemplaron el cielo, y vieron la relación de los ángeles y escucharon el mensaje más feliz de su vida”. “Que no se nos olvide mirar las estrellas, ojalá que no se nos olvide vivir contemplativamente, contemplando el gran misterio de la Navidad con todo lo que significa”, ha terminado.

 

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