06/01/2025. El obispo de Getafe, Mons. Ginés García Beltrán, ha presidido en la Catedral de Getafe la solemnidad de la Epifanía del Señor. En su homilía ha preguntado: "Y yo, ¿qué ofrezco al Señor?, ¿cómo adoro la presencia de Dios en mi vida?". Además, ha subrayado que "la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, devoción tan arraigada en esta diócesis, es símbolo del amor y la misericordia divina, que nos recuerda que debemos tratar a los demás con el mismo respeto y dignidad que deseamos para nosotros".
A continuación, el texto completo de la homilía:
Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
Hoy celebramos la solemnidad de la Epifanía del Señor. Cristo, el Hijo Unigénito de Dios, hecho hombre como nosotros y para nosotros, se revela a todos los pueblos, en la persona de los Magos de Oriente, iconos de la universalidad. Jesús es de todos y su salvación universal. Esta fiesta de la Epifanía del Señor es una fiesta sin fronteras, que llega al corazón de cada hombre que lo recibe y le da la potestad de ser hijo de Dios.
En la primera lectura del libro de Isaías (Is 60,1-6), el profeta nos habla de la gloria del Señor que brilla sobre Jerusalén, las naciones caminan a su luz, se congregan llamadas por esta gloria que se hace presente en nuestro mundo. El corazón de Jerusalén se asombra y se ensancha al contemplar, al recibir a todos sus hijos que la hacen madre fecunda y portadora de la salvación, del cumplimiento de la promesa de Dios.
Varios siglos después, esta profecía se ve cumplida en aquellos Reyes Magos que llegaron desde tierras lejanas guiados por una estrella, buscando al Rey de los judíos que había nacido. Estos hombres sabios nos enseñan la importancia de la adoración. Ellos trajeron sus dones de oro, incienso y mirra, reconociendo la divinidad, la realeza y el sacrificio de Cristo. Pero hermanos, podemos preguntarnos: Y yo, ¿qué ofrezco al Señor? ¿Cómo adoro la presencia de Dios en mi vida? Hoy, al igual que los Magos, nosotros también estamos llamados a adorar a Jesús, ofreciendo nuestras vidas como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
Benedicto XVI decía a los jóvenes reunidos en Colonia en la JMJ: “La adoración del Dios verdadero constituye un auténtico acto de resistencia contra toda forma de idolatría. Adorad a Cristo: Él es la Roca sobre la que construir vuestro futuro y un mundo más justo y solidario. Jesús es el Príncipe de la paz, la fuente del perdón y de la reconciliación, que puede hacer hermanos a todos los miembros de la familia humana”. En definitiva, la adoración es un acto de libertad, solo adora el hombre libre que puede y quiere decir a Dios que sí y reconocerlo como único Señor.
La visita de los Reyes Magos simboliza la manifestación de Jesús a todas las naciones. En la segunda lectura de la carta de San Pablo a los Efesios (Ef 3,2-3a.5-6), el apóstol nos recuerda que la salvación que Cristo ofrece no está limitada a un pueblo o una nación, sino que es para todos. En Jesús, todos somos invitados a participar en la vida divina, independientemente de nuestras diferencias culturales, raciales o sociales. Esta verdad nos llama a vivir en comunión y a trabajar por la unidad y la paz entre todos los pueblos. Como seguidores de Cristo, debemos ser testigos de su amor y su misericordia, llevando el mensaje de salvación a todos los rincones del mundo, pues todos somos “coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Cristo, por el Evangelio”.
En este sentido, quisiera hacer un llamamiento a todos los hombres de buena voluntad al respeto que merecen las creencias religiosas de todos, y mucho más en una sociedad democrática. La convivencia pacífica y el respeto mutuo son pilares esenciales de nuestra comunidad. No todo vale, no todo está permitido, por eso es fácil entender el dolor, y hasta la indignación, de muchas personas que se sienten ofendidas ante la ridiculización soez de loque para la mayoría es sagrado. La falta de respeto hacia las creencias religiosas no solo hiere a las personas, sino que también socava los valores fundamentales de la democracia. La imagen del Sagrado Corazón de Jesús, devoción tan arraigada en esta diócesis, es símbolo del amor y la misericordia divina, que nos recuerda que debemos tratar a los demás con el mismo respeto y dignidad que deseamos para nosotros.
Después de encontrar y adorar al Niño Jesús, los Reyes Magos regresaron a sus tierras por otro camino, advertidos en sueños de no volver a Herodes. Este cambio de ruta representa una transformación interior. Al encontrarnos con Cristo, nuestras vidas no pueden seguir siendo las mismas. Él nos llama a una conversión profunda, a abandonar nuestros viejos caminos de pecado y a seguir el camino nuevo de la gracia y la verdad. La Epifanía nos invita a dejarnos transformar por el encuentro con Jesús y a vivir de acuerdo con su enseñanza.
En este Año Santo, volvamos a renovar la esperanza que alumbra a la humanidad y es Jesús que ha nacido en Belén, para enseñarnos que detrás de toda pobreza hay escrito un destino de esperanza. “Si falta la verdadera esperanza, se busca la felicidad en la embriaguez, en lo superfluo, en los excesos, y los hombres se arruinan a sí mismos y al mundo. [...] Por esto, hacen falta hombres que alimenten una gran esperanza y posean por ello una gran valentía. La valentía de los Magos, que emprendieron un largo viaje siguiendo una estrella, y que supieron arrodillarse ante un Niño y ofrecerle sus dones preciosos” (Benedicto XVI, Homilía, 6 enero 2008).
“Hermanos y hermanas, como los Magos, levantemos los ojos al cielo, pongámonos en camino en busca del Señor e inclinemos el corazón en adoración. Mirar al cielo, ponerse en camino y adorar. Y pidamos la gracia de no perder nunca el ánimo, de no perder la valentía de ser buscadores de Dios, hombres de esperanza, soñadores intrépidos que escrutan el cielo; la valentía de perseverar en el camino por los senderos del mundo, con el cansancio del verdadero camino, y el valor de adorar, el valor de mirar al Señor que ilumina a todo hombre. Que el Señor nos conceda esta gracia, sobre todo la gracia de saber adorar” (Francisco, homilía día de la Epifanía, 2024).
Oremos a María, Oramos a María que ha mostrado a los Magos y a toda la humanidad al Señor, para que ella, como Madre amorosa, nos muestre también a nosotros a Jesucristo y nos ayude a ser luces en el camino que conduce a Él.
Mons. Ginés García Beltrán
La homilía completa esta disponible en el siguiente vídeo:
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