17/03/2025. La parroquia franciscana San Pedro Bautista de Alcorcón ha celebrado este domingo 16 de marzo sus 50 años con una Misa presidida por el obispo, Mons. Ginés García Beltrán. “Es un acontecimiento celebrar 50 años de la parroquia, cuantísima gracia derramada a lo largo de estos 50 años, cuantísimos acontecimientos de fe que se han vivido en esta casa, en esta parroquia, desde los sacramentos, la Eucaristía y todos los sacramentos que se viven cada día, la proclamación de la Palabra de Dios en la catequesis, en la predicación, la comunión de la comunidad y también la caridad”, comenzó diciendo en la homilía.

“Me dice a mí la experiencia, que ya va siendo alguna, que las parroquias confiadas a los franciscanos tienen un signo, un estilo muy franciscano. Suelen tener como una identidad muy familiar, un estilo sencillo, pero al mismo tiempo, donde muchísimos de vosotros sentís y vivís esto como vuestra segunda casa. Y creo que esto es muy bonito, el saber que una parroquia está abierta siempre para recibir a aquellos que vienen”.

Sobre las lecturas proclamadas, el obispo se centró en la Transfiguración del Señor. “Jesús les muestra su identidad, pero al mismo tiempo, los prepara para lo que viene después, los prepara para la Pasión, los prepara para los momentos difíciles, para que ellos recuerden en ese momento que Aquel que no tiene rostro, que Aquel que ha sido escarnecido, que Aquel que ha sido condenado injustamente y crucificado es el mismo que han visto en el Tabor en toda su divinidad. Creo que esto es una lección también para todos nosotros”.

“¿Dónde está Dios?”, se preguntó. “Muchas veces intentamos hacer cosas raras y buscamos signos extraordinarios para ver a Dios sin darnos cuenta de que Dios está en nuestra humanidad y que donde tenemos que aprender a ver el rostro de la divinidad de Dios es en nuestra humanidad y tantas veces en la humanidad caída, en la humanidad débil, en la humanidad que muchas veces hasta me escandaliza, pero incluso de mi propia vida, ahí es donde está la gloria de Dios”. 

 

Mirar el rostro de Cristo

En la parroquia, lanzó otra pregunta: “¿Quiénes son los enemigos de la cruz de Cristo? Aquellos que se mueven o nos podemos mover en la mundanidad, aquellos que solo esperamos cosas de la tierra, el éxito, el poder, el placer, el tener, tantas y tantas cosas que muchas veces vemos en los demás, pero que normalmente no vemos en nosotros mismos”. 

“Sin embargo, esto es lo contrario de la cruz de Cristo, la cruz de Cristo no llama precisamente al éxito, sino que llama a la entrega, a la entrega que solo tiene sentido en el amor”.

Después de recordar a San Francisco de Asís invitó a la feligresía a “mirar el rostro de Cristo”, “en la contemplación que se hace oración”. 

“Una comunidad parroquial tiene que estar en constante transformación, conversión personal, pero también conversión en las estructuras, conversión en la comunidad. ¿Para qué? Sobre todo, para responder a los grandes desafíos pastorales que nos pide, que nos exige el mundo, porque esta parroquia no es la misma de hace 50 años, ni vosotros ni vuestra familia. Hoy la Iglesia tiene una serie de retos, de desafíos, que nuestras parroquias, nuestras comunidades parroquiales, en cualquier lugar tienen que asumir”, afirmó.

“Dejemos transformarnos por Él, identificarnos con Él para vivir bien para verlo también en los rostros de nuestros hermanos. El rostro de Cristo está en el rostro del hermano, especialmente del hermano más pobre, del hermano más sencillo”, concluyó.

 

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