20/04/2025. El obispo de Getafe, Mons. Ginés Garcia Beltrán, ha presidido la solemne Vigilia Pascual en la Catedral de Getafe.
A continuacion, el texto completo de su homilía:
“¡Aleluya! Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado. ¡Aleluya!”
Queridos hermanos y hermanas, estas palabras resuenan con gozo en nuestros corazones en esta noche santa de la Vigilia Pascual, la noche más luminosa y llena de esperanza del año litúrgico. En ella celebramos el triunfo de Jesucristo sobre la muerte y el pecado, su victoria que nos abre las puertas de la vida eterna.
Esta noche, somos testigos de un momento profundo en la historia de nuestra salvación a través de las lecturas que hemos proclamado. La Palabra de Dios nos ha guiado desde la creación del mundo, pasando por la liberación de Egipto, hasta llegar a la gloria de la resurrección de Cristo. En la primera lectura del Génesis, se nos recuerda que Dios creó todo con amor y que somos obra de sus manos. Esta creación encuentra su culmen y redención en Cristo resucitado, quien nos invita a ser parte de una nueva creación a través del Bautismo.
En el Bautismo, somos sumergidos en las aguas que simbolizan la muerte, pero de las que salimos resucitados con Cristo. San Pablo nos dice: “Porque si hemos sido unidos a Él en una muerte como la suya, también lo seremos en una resurrección como la suya” (Rom 6,5). Esta noche, en comunión con toda la Iglesia, celebramos con inmensa alegría el Bautismo de un grupo de adultos que ha sido llamado por el Señor a esta nueva vida. Su testimonio de fe nos llena de esperanza y nos recuerda la promesa de que, en Cristo, todos somos hechos nuevos.
Queridos catecúmenos, en este momento recibiréis el sacramento que os convierte en hijos e hijas de Dios, en miembros de esta gran familia que es la Iglesia. A través del Bautismo, os incorporáis al misterio pascual de Cristo, muriendo al pecado para renacer a la vida de la gracia. Hoy también renovamos nuestra gratitud por este don maravilloso que todos nosotros hemos recibido en nuestra iniciación cristiana.
De manera especial, quiero dirigirme a la sexta comunidad del Camino Neocatecumenal de la parroquia de San saturnino en Alcorcón, que esta noche celebra la culminación de un recorrido profundo de conversión y la renovación de su Bautismo. Vuestra vivencia de la Pascua, marcada por un profundo camino de fe y comunidad, es una fuente de inspiración y fuerza para toda nuestra Iglesia. Recordad siempre que el Bautismo no solo nos llama a vivir como hijos de Dios, sino a ser testigos vivos del Evangelio, llevando la luz de Cristo al mundo.
La lectura del Éxodo nos recuerda la liberación del pueblo de Israel a través de las aguas del Mar Rojo. Ese paso de la esclavitud a la libertad es una figura del Bautismo, que nos libera del pecado y nos conduce a la libertad de los hijos de Dios. Hoy, hermanos, recordamos que, así como Dios caminó con su pueblo en el desierto, también camina con nosotros en nuestra vida de fe.
Finalmente, el Evangelio de esta noche nos transporta al sepulcro vacío, donde escuchamos el anuncio que cambia la historia: “No está aquí, ha resucitado” (Lc 24,6). Este mensaje de esperanza y vida nueva es el corazón de nuestra fe. Cristo vive, y por su resurrección todos nosotros somos llamados a la plenitud de vida en Él.
La alegría de María en la resurrección de su Hijo es profunda y contagiosa, como cantamos en la antífona pascual: "Reina del cielo, alégrate, aleluya, porque el Señor a quien mereciste llevar ha resucitado según su palabra". María, que sufrió intensamente al pie de la cruz, ahora se llena de júbilo al ver a Cristo vivo, irradiando esperanza y vida nueva para toda la humanidad. Su alegría no es solo personal; es la alegría de toda la Iglesia, que, al igual que María, alaba y glorifica a Dios por su amor y fidelidadinquebrantables.
Queridos hermanos, en esta noche santa, levantemos nuestros corazones en alabanza y acción de gracias al Señor por su infinita misericordia. Acojamos con alegría a nuestros nuevos hermanos y hermanas en la fe, y renovemos nuestro compromiso bautismal de vivir como testigos auténticos de Cristo resucitado. Que esta Pascua nos llene de una alegría que el mundo no puede quitar, y que nuestras vidas sean un reflejo del gozo que la victoria de Cristo ha sembrado en nosotros.
¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya! ¡A Él la gloria y la alabanza por los siglos de los siglos! Amén.