SOBRE LA GUERRA EN UCRANIA
Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
Con preocupación recibimos las noticias que nos llegan de la guerra que ha comenzado en Ucrania; del corazón solo pueden brotar sentimientos de rechazo y dolor por un conflicto que está generando, y lo seguirá haciendo, muchas víctimas. Estamos convencidos que la guerra no puede ser nunca la solución de ningún problema.
Como gritara el papa Pío XII al comienzo de la II guerra mundial: “¡Nada se pierde con la paz, todo puede perderse con la guerra!”. Nunca es tarde para la paz, siempre es momento oportuno para recapacitar y restablecer la concordia entre las personas y los pueblos, siempre es tiempo para el diálogo, para llegar a un entendimiento, aun en la diferencia. A nadie se le puede ocultar que “toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal” (Fratelli tutti, 261).
En nuestra diócesis viven miles de ucranianos, a los que en este momento queremos expresar nuestra cercanía y solidaridad, al tiempo que compartimos su preocupación por la guerra que se está librando en su tierra de origen, y la angustia por la situación de sus familiares y compatriotas.
Con este motivo quiero hacer una invitación a todos, creyentes y no creyentes, a unirnos al llamamiento del Santo Padre, el Papa Francisco, para hacer el próximo miércoles, miércoles de ceniza, una jornada de oración y ayuno por la paz.
Pido a los sacerdotes y a las comunidades de vida consagrada que en las misas y en la liturgia de las horas introduzcan peticiones por la paz en Ucrania y en el mundo.
También es importante nuestra ayuda material; en este momento las necesidades son muchas, incluso bienes de primera necesidad. Las ayudas se realizarán a través de Cáritas diocesana, y la Delegación diocesana de Migraciones que está en contacto con la capellanía católica ucraniana de Getafe, se encargará de la cercanía humana y pastoral.
Pedimos a Jesucristo, Príncipe de la paz, por intercesión de Virgen María, Reina de la paz, que cese la violencia en Ucrania y que el mundo pueda vivir en concordia.