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Queridos hermanos y amigos:
El próximo domingo día 17 de Marzo, el más cercano a la fiesta de S. José, celebraremos el Día del Seminario.
Os invito en este día a mirar con mucho cariño nuestros dos Seminarios, el de Rozas de Puerto Real y el del Cerro de los Ángeles, donde se están formando los futuros sacerdotes de la Diócesis. Hemos de sentir nuestros Seminarios, Mayor y Menor, como algo muy querido, que debemos ir sacando adelante entre todos, también económicamente. Especialmente os invito a renovar y fortalecer vuestra oración por las vocaciones sacerdotales y a estar muy atentos a todos aquéllos que en vuestras comunidades parroquiales, asociaciones, colegios o movimientos, manifiesten signos de una llamada del Señor al sacerdocio. Es muy importante que, entre todos, seamos capaces de crear un clima favorable, una espiritualidad vocacional, para que los niños o jóvenes que sientan esta llamada se vean acompañados en su crecimiento espiritual para llegar a ser capaces de responder con un “sí” generoso a lo que Dios quiere de ellos.
Nuestra diócesis es muy grande, tiene muchas necesidades pastorales y, como todos podéis comprobar, necesita más sacerdotes, por eso, a la vez que os animo a pedir insistentemente a Dios que “mande obreros a su mies”, también os sugiero que reflexionéis sobre cuál es la razón de esta insuficiencia de sacerdotes. El Papa Pablo VI decía: “El problema del número insuficiente de sacerdotes afecta de cerca a todos los fieles, no sólo porque de él depende el futuro religioso de nuestra sociedad, sino también porque este problema es el índice justo e inexorable de la vitalidad de la fe y del amor de cada comunidad parroquial y diocesana y testimonio de la salud moral de las familias cristianas” (Pablo VI, Radiomensaje, 11 de abril de 1964).
En este punto de la vitalidad cristiana tenemos que insistir. Es verdad que hoy se hace difícil el camino de la fe y que, en muchos, la fe se debilita. Pero también es verdad, y esto es un gran motivo de esperanza, que hay mucha vitalidad cristiana en el seno de nuestra Iglesia. Yo gozo, en las Visitas Pastorales y en los numerosos encuentros que tengo con vosotros, sintiendo el calor de vuestra fe. Son muchas las familias y los jóvenes que, en medio de las dificultades del momento presente, animados por la gracia divina y sostenidos por la oración, los sacramentos y la caridad, manifiestan una fe viva y confesante y dan frutos admirables de santidad y de fecundidad apostólica.
A todos vosotros, que lleváis a Cristo en vuestro corazón, os animo encarecidamente, en este Día del Seminario, a que seáis siempre fieles a la llamada de Dios y a vencer los miedos y las desconfianzas que impiden dar una respuesta valiente al Señor.
Animo a las familias cristianas a favorecer e impulsar la fidelidad a la voluntad de Dios de vuestros hijos. Tener un hijo sacerdote es el mayor regalo que Dios puede hacer a una familia. Él termina convirtiéndose en el guía espiritual de toda la familia, y la va acompañando en los momentos más importantes de la vida, alegres y tristes, llevándoles el amor y la esperanza del Señor.
Animo también a los catequistas y educadores a ofrecer a los niños y a los jóvenes un camino de crecimiento en la fe que les haga capaces de acoger con gozo la llamada de Dios. Las vocaciones surgen dentro de las familias y las comunidades cristianas que viven un intenso clima de fe, un testimonio generoso de adhesión al evangelio y una pasión misionera que, alimentada por la participación en los sacramentos y por una fervorosa vida de oración, induce al don total de sí mismo por el Reino de Dios.
Y, especialmente animo a los sacerdotes a ser los primeros en alentar y cuidar las vocaciones sacerdotales. Ellos, con el testimonio gozoso de su fe, su celo apostólico y su amor a la Iglesia, que se hace visible en el amor a su Diócesis y a su Seminario, están llamados a transmitir a los jóvenes el vivo deseo de responder generosamente y sin demora a Cristo, que les llama a seguirlo de cerca. Es fundamental que los jóvenes descubran en sus sacerdotes la fecundidad de una tarea entusiasmante que llena sus vidas de plenitud y que, en medio de tantas propuestas superficiales y efímeras, sientan la atracción hacia los grandes valores, las altas metas, las opciones radicales, para un servicio a los demás siguiendo a Jesucristo, Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas.
Queridos jóvenes, guiados por vuestros sacerdotes y siguiendo su ejemplo, no tengáis miedo de seguir a Jesús y de recorrer con intrepidez los exigentes senderos de la caridad y del compromiso generoso. Así seréis felices de servir, seréis testigos del gozo que el mundo no puede dar, seréis llamas vivas de un amor infinito y eterno y aprenderéis a dar “razón de vuestra esperanza” (I Pe 3,15) (Cfr. Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada de Oración por las Vocaciones, 2013)
Pidamos a la Virgen María que mire con bondad a la Iglesia de Cristo que camina en esta Diócesis de Getafe y nos alcance de su Divino Hijo muchos sacerdotes santos que hagan visible entre los hombres el amor del Corazón de Cristo.
Con mi bendición y afecto.
+ Joaquín María. Obispo de Getafe.
18 de Febrero de 2013
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