La Iglesia celebra el próximo 7 de junio el día del Corpus bajo el lema ‘La Eucaristía, antídoto frente a la indiferencia’, con el que invita a los católicos a reflexionar sobre dos puntos: la Eucaristía como sacramento de comunión con Dios y los hermanos, que nos une en el sufrimiento del prójimo, y la Eucaristía como sacramento que nos compromete con los hermanos y como remedio contra la globalización de la indiferencia y el individualismo que hacen difícil el desarrollo del amor y la misericordia en nuestro corazón.
En la Diócesis de Getafe, el Obispo diocesano, D. Joaquín María López de Andújar, presidirá por la mañana, a las 10.30 horas, la Eucaristía en la Plaza del Ayuntamiento de Valdemoro, y por la tarde, a las 19.00 horas, en Getafe, en la Catedral de Santa María Magdalena.
El Vicario General, D. José María Avendaño, presidirá la Eucaristía en Parla, a las 19.00 horas, y la procesión solemne desde la Ermita de la Soledad hasta la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción.
En su mensaje para este día, los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social nos invitan a contemplar, celebrar y adorar a Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía para impulsar la vivencia de la comunión fraterna y del servicio a nuestros semejantes, llegando a una verdadera “globalización de la caridad”.
Precisamente el domingo 7 de junio, día de la Caridad, Cáritas nos invita a ser generosos con los más necesitados, a fijarnos en el hermano que sufre y a ser solidarios con él. Por eso ha elegido como lema de la jornada ‘¿Qué haces con tu hermano?’.
Desde Cáritas se sugiere a los sacerdotes que recuerden en las Eucaristías que se celebren ese domingo el papel que desempeña esta organización, su acción y su labor social.
Cáritas quiere que el próximo 7 de junio sea una oportunidad para construir una nueva fraternidad universal basada en la defensa de la dignidad y los derechos de todas las personas.
El lema elegido está destinado a todos los fieles, ya que todos, absolutamente todos, estamos convocados por Dios a vivir la fraternidad, la mesa compartida, construyendo y rehabilitando la vida desde una nueva forma de relación con el otro, especialmente, con las personas que menos tienen, que más sufren.
Manifiesto de Cáritas
Nuestra época está marcada por las desigualdades sociales, la pobreza, el hambre y, sobre todo, la pérdida de derechos fundamentales. La exclusión de las personas y las familias más pobres crece de forma escandalosa. Los ricos son más ricos y los pobres son más pobres, más numerosos y con menos derechos. Millones de personas han quedado tiradas, «descartadas», excluidas, en la cuneta de nuestra sociedad, de nuestro mundo.
Ante esta situación de empobrecimiento y pérdida de derechos, reafirmamos, una vez más, la centralidad y la prioridad de la persona humana por encima de cualquier interés político, ideológico o económico.
El lamento de las víctimas que provoca la injusticia estructural del sistema capitalista retumba en nuestros oídos permanentemente y golpea nuestras conciencias para que no permanezcamos indiferentes (cfr. Éx.3). Escapemos de la «globalización de la indiferencia», que nos lleva a pensar sólo en nosotros mismos y nos vuelve insensibles al sufrimiento del prójimo.
Martin Luther King decía: «No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena».
Ha llegado el momento para conmovernos y movernos, para encontrarnos con el hermano caído. Somos guardianes del bienestar de nuestros hermanos y hermanas, somos guardianes de sus derechos, de los que reconocen nuestra dignidad inalienable.
Por ello, desde Cáritas queremos convocar a todos a vivir la FRATERNIDAD comprometida.
«La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza», dice el Papa Francisco. También la medida de nuestra grandeza humana y cristiana vendrá determinada por la respuesta que vayamos dando con nuestra vida práctica a esta pregunta: ¿qué has hecho con tu hermano? «Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).
Por eso es necesario comprometerse en la transformación radical de esta sociedad, para construir una alternativa más humana, fraterna y solidaria, en la que:
• Todo se ponga al servicio de los seres humanos, especialmente los más empobrecidos.
• Se garantice a todo el mundo la vivienda, la salud, la enseñanza y el trabajo dignos.
• Se asegure la calidad de los servicios públicos evitando convertirlos en negocio privado.
• Toda la ciudadanía pueda disponer de una renta mínima para vivir dignamente.
• El capital y las finanzas estén controlados por los poderes públicos.
• Se asegure unos servicios sociales adecuados, que atiendan verdaderamente a los sectores más vulnerables para que puedan vivir con dignidad.
• Haya justicia distributiva real para que el bien común prevalezca sobre el bien privado.