MEDITACIONES PARA EL TRIDUO SANTO
Semana Santa 2020 – José Rico Pavés
SÁBADO SANTO
El Sábado Santo es un día de contrastes. Durante la mañana y buena parte de la tarde, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y su Muerte, su descenso a los infiernos. La fe proclama que al morir Jesús, su cuerpo muerto permaneció en la sepultura sin conocer la corrupción, mientras que su alma, unida a su Persona divina, acudió a liberar a los justos que esperaban al Redentor, abriéndoles las puertas del Cielo. La expresión “infiernos” –en plural- de la que habla el Credo no se refiere al infierno de la condenación, sino al estado en el que se encontraban los difuntos antes de Cristo.
El Sábado Santo es un día sin sacramentos y sin la presencia eucarística de Jesucristo. Los sagrarios de las Iglesias permanecen abiertos y vacíos. Los altares están desnudos, sin ropajes y sin adornos. Sólo la Cruz, sin ni siquiera el cuerpo muerto del Señor, se ofrece a la adoración de los fieles. La Iglesia experimenta en este día el desgarro de la muerte; se queda sola de su Señor. Mientras el cuerpo sin vida de Jesús permanece en la sepultura, la fe de la Virgen María sostiene la esperanza de la Iglesia. La liturgia de la tarde recoge ya los primeros rayos de luz que se abren paso entre las tinieblas, invitándonos a participar en la Santa Vigilia Pascual. Según una antiquísima tradición los fieles cristianos pasan la noche en vela, conmemorando la noche Santa en la que el Señor resucitó. San Agustín en el siglo V llamó a esta vigilia “la madre de todas las Santas Vigilias” por ser la celebración principal de todo el año litúrgico. Durante esta noche, la Iglesia celebra el triunfo de Jesucristo sobre el pecado y sobre la muerte, proclama el triunfo de su resurrección e invita a toda la humanidad a pasar con Cristo de las tinieblas a la luz, del error a la verdad, de la muerte a la vida, del pecado a la santidad.
En esta celebración los cristianos renuevan las promesas de su bautismo y renacen a la vida, por los sacramentos de la iniciación cristiana, los que respondiendo a la llamada del Señor, han decidido abrazar la vida de fe y entrar en la Iglesia. Una pregunta que no envejece propone cada año la Iglesia durante el Tiempo santo de Pascua a María Magdalena: “¿Qué has visto de camino, María en la mañana?” y una respuesta, siempre nueva, la Iglesia recibe de sus labios con inmensa alegría: “Resucitó de veras, mi amor y mi esperanza”.