La voz de la Iglesia en la casa común

por José Rico Pavés. Obispo auxiliar de Getafe

El hecho más relevante de las intervenciones magisteriales del Papa Francisco durante el último mes es, sin duda, la publicación de la Encíclica Laudato si sobre el cuidado de la casa común. “El mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza”.

Es relevante no sólo por tratarse del primer documento pontificio de este rango redactado íntegramente por Francisco, sino también por la temática desarrollada y por la pretensión del mismo. Abordando la cuestión del cuidado debido a la creación, el Papa ha querido ampliar expresamente un capítulo de la Doctrina Social de la Iglesia que hoy requiere de modo especial nuestra atención. Pero al hacerlo no se ha dirigido exclusivamente a los católicos, sino que, dirigiéndose a todos, ha hecho oír la voz de la Iglesia en la casa común: “Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”. Esta nueva encíclica ha puesto en evidencia de manera aún más clara la doble preocupación que orienta el Magisterio de Francisco: la reforma misionera de la Iglesia y el diálogo con todos sobre nuestra casa común.

El impulso de la reforma misionera se descubre en las homilías y meditaciones del rezo del Angelus, acompasadas siempre a la Palabra de Dios que se proclama en la Liturgia. En las audiencias de los miércoles, la catequesis se sigue centrando en el tema de la familia, con atención particular a situaciones humanamente difíciles, como son la enfermedad, el cuidado de los ancianos o la experiencia de la muerte. “La oscuridad de la muerte se debe afrontar con un trabajo de amor más intenso... El amor es más fuerte que la muerte. Por eso el camino es hacer crecer el amor, hacerlo más sólido, y el amor nos custodiará hasta el día en que cada lágrima será enjugada... La cruz de Jesús derrota la muerte. Jesús nos devolverá a todos la familia”.

Impulsos de reforma se perciben también en los discursos en la visita ad limina de los obispos de la República Dominicana, Puerto Rico, Estonia y Letonia, así como en los dirigidos a la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias, a cuyos miembros ha recordado Francisco cuál sigue siendo el principal reto de la Iglesia en nuestro tiempo: “La humanidad tiene tanta necesidad del Evangelio, fuente de alegría, esperanza y paz.Tiene prioridad la misión evangelizadora, porque la actividad misionera es aún hoy el máximo desafío para la Iglesia”. Se entiende entonces por qué el Papa ha querido encomendar la preparación del Año santo de la misericordia al Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva Evangelización, “para que aparezca de forma más evidente que el don de la misericordia es el anuncio que la Iglesia está llamada a transmitir en su obra de evangelización en este tiempo de grandes cambios”.

El diálogo con todos, unido al empuje misionero, se ha practicado en los viajes apostólicos a Sarajevo (Bosnia y Herzegovina) y a Turín. En el primero, el Papa ha viajado como peregrino de paz y esperanza, para animar el camino de reconciliación y convivencia pacífica entre poblaciones diferentes. “He apreciado el compromiso de colaboración y solidaridad entre personas de diferentes religiones, instando a todos a llevar adelante la obra de reconstrucción espiritual y moral de la sociedad. Trabajan juntos como verdaderos hermanos”. En el segundo, la ostensión de la Sábana Santa ha sido la ocasión para agradecer a Dios la vida y la obra de san Juan Bosco, san José Benito Cottolengo y el beato Pier Giorgio Frassati. El ejemplo y la intercesión de estos hijos destacados de la Iglesia siguen iluminando la tarea evangelizadora. En los encuentros con el mundo del trabajo, con los salesianos e Hijas de María Auxiliadora, con los enfermos, los discapacitados y los jóvenes, mantenidos en Turín, Francisco ha hecho resonar la voz de la Iglesia, portadora de la alegría del evangelio, ayudando a mostrar el lugar peculiar que corresponde al ser hu- mano en este mundo, la casa común.