En pocos trazos
Septiembre 2015

Los verbos del Pastor

José Rico Pavés – Obispo auxiliar de Getafe

Los meses de julio y agosto nos han mostrado al Papa Francisco en misión, con una dedicación no afectada por el calor del verano. Sabe bien el Santo Padre que la Iglesia extiende su tarea por el mundo entero, en todo tiempo y lugar, y la evangelización no conoce vacaciones. Durante el viaje apostólico por tierras de Ecuador, Bolivia y Paraguay, nos ha mostrado en primera persona cómo se debe impulsar la nueva etapa evangelizadora. Sus palabras y gestos son escuela de evangelización.
De regreso al Vaticano, tomando como referencia la escena evangélica de Jesús que conforta y enseña a los discípulos después de la misión, la atención se ha fijado en los verbos del Pastor, es decir, en la actuación de Jesús descrita por el evangelista con tres palabras: ver, tener compasión y enseñar. Los dos primeros verbos configuran a Jesús como buen Pastor. Y de su compasión nace el deseo de enseñar la Palabra de Dios a la gente: “Jesús ve, Jesús tiene compasión, Jesús nos enseña”. Las enseñanzas de Francisco, queriendo estar guiadas por el Espíritu de Jesús, nacen también de una mirada compasiva, que le permite reconocer las potencialidades humanas y espirituales de nuestros contemporáneos, a la vez que descubre los graves problemas sociales y económicos que les afligen. Dirigiendo la mirada y la compasión a los tres países visitados, el Papa ha hecho balance de su visita apostólica: “Ante los grandes desafíos que debe afrontar el anuncio del Evangelio, invité a buscar en Cristo Señor la gracia que salva y que da fuerza al compromiso del testimonio cristiano, a ampliar la difusión de la Palabra de Dios, a fin de que la destacada religiosidad de esas poblaciones pueda ser siempre testimonio fiel del Evangelio”.
Los mismos verbos del Pastor han sido conjugados durante las catequesis de las Audiencias de los miércoles. El tema de la familia se ha desglosado con enseñanzas cuyo eco mediático sigue aún resonando. Con palabras sencillas, Francisco se ha referido a la situación de quienes tras la ruptura de su vínculo matrimonial han establecido una nueva convivencia. “La Iglesia sabe bien que tal situación contradice el sacramento cristiano, pero con corazón de madre busca el bien y la salvación de todos, sin excluir a nadie. Es necesario una fraterna y atenta acogida, en el amor y en la verdad, hacia estas personas que en efecto no están excomulgadas, como algunos piensan: ellas forman parte siempre de la Iglesia”. Se ha ocupado también el Papa de tres facetas de la vida familiar: la fiesta, el trabajo y la oración. “En esta coyuntura, las familias cristianas tienen la gran misión de manifestar los aspectos esenciales de la creación de Dios, como son la identidad y el vínculo del hombre y la mujer, la generación de los hijos, el trabajo que cuida la tierra y la hace habitable”.
Mirada, compasión y enseñanza se han conjugado en la intervención de Francisco durante el Encuentro sobre “Esclavitud moderna y cambio climático, el compromiso de las grandes ciudades”, en la que ha recordado algunos de los principios expuestos en la Carta Encíclica Laudato si. O en las palabras dirigidas a los monaguillos, servidores del altar: “Cuanto más cerca estéis del altar, más os acordaréis de dialogar con Jesús en la oración diaria, más os nutriréis de la Palabra y del Cuerpo del Señor, y más capaces seréis de dirigiros al prójimo llevándole el don que habéis recibido”. O en el diálogo con los jóvenes del Movimiento Eucarístico Juvenil.
La mirada, en fin, del pastor se ha dirigido al Cielo en la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen, para recordar que, a la luz de este misterio, nuestra vida no es un vagabundear sin sentido, sino una peregrinación a la casa de nuestro Padre, que nos espera con amor. Mientras caminamos, la Eucaristía, en la que Cristo se nos da para que entremos en comunión con Él, nos hace gustar anticipadamente la vida del Cielo.