El cambio de año nos ha traído un renovado acento en las enseñanzas del Papa sobre la importancia de la vocación cristiana que, teniendo su raíz en el bautismo, se concreta en diferentes estados de vida dentro de la Iglesia. Si el año 2016 concluía con la publicación de la esperada nueva Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, titulada “El Don de la vocación presbiteral”, actualizando las directrices para la formación de los futuros presbíteros, el año 2017 ha comenzado con la aparición del documento preparatorio de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que, en octubre de 2018, se ocupará del tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Con este motivo, Francisco ha dirigido una Carta a los jóvenes, invitándoles a escuchar la llamada de Dios y a responder con generosidad siguiendo el ejemplo de la Virgen María. Las intervenciones del Papa en el último mes bien pueden recorrerse advirtiendo la urgencia vocacional que vive la Iglesia en el momento presente.

El tiempo litúrgico de Navidad ha sido ocasión propicia para participar en los misterios de la infancia de Cristo, desde su nacimiento hasta su manifestación a todos los pueblos. Trayendo a la memoria la matanza de los Santos Inocentes, Francisco ha dirigido una  Carta a los obispos para recordar que la Navidad vino acompañada del llanto. Un llanto que se sigue escuchando ante tantas situaciones dramáticas que hieren de forma dolorosísima en nuestro tiempo a muchos niños. Como san  José, el primer invitado a custodiar la alegría de la Salvación, se pide a los pastores que hagan frente a los Herodes de hoy y protejan con todo empeño la inocencia de los más pequeños. Toda vocación en la Iglesia, teniendo su origen en el bautismo, es desarrollo del don inmerecido de la filiación. Al celebrar la Fiesta del Bautismo del Señor y administrar el bautismo a un grupo numeroso de niños, el Papa ha invitado a padres y padrinos a acompañar a sus hijos en la vida de fe que han pedido para ellos. Ha recordado también, al escuchar el concierto de los niños llorando, que “la primera predicación de Jesús en el establo fue un llanto”.

Poco después, dirigiéndose a un grupo de jóvenes recientemente confirmados, ha afirmado que la Confirmación no es “el sacramento del adiós” sino un punto de partida en la vida cristiana. Las catequesis de las Audiencias de los miércoles  continúan ampliando la exposición sobre la esperanza, recurriendo al ejemplo bíblico de Raquel, en quien encontramos un modelo de esperanza vivida en el llanto, advirtiendo  del peligro de caer atrapados en los ídolos que el mundo ofrece a nuestra esperan- za, y aprendiendo del profeta Jonás a sostener la esperanza con la oración.


En clave vocacional puede también ser leído el discurso del Papa con ocasión de las felicitaciones del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, dedicado al tema de la seguridad y de la paz, “porque en el clima general de preocupación por el presente y de incertidumbre y angustia por el futuro, en el que nos encontramos inmersos, considero importante dirigir una palabra de esperanza, que nos señale también un posible camino para recorrer”. Trabajar por la paz supone reconocer la dignidad trascendente del ser humano, fundamento de la vida entendida como vocación. “La paz es un don, un desafío y un compromiso. Un don porque brota del corazón de Dios; un desafío, porque es un bien que no se da nunca por descontado y debe ser conquistado continuamente; un compromiso, ya que requiere el trabajo apasionado de toda persona de buena voluntad para buscarla y construirla”.


En el marco de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el encuentro con la Delegación ecuménica de Finlandia, ha permitido a Francisco recordar que el diálogo teológico sigue siendo esencial para superar la división entre los cristianos. El verdadero ecumenismo se apoya en la conversión común a Jesucristo, como Nuestro Señor y Redentor.¿No es acaso la conversión la primera etapa de toda vocación?