Las primeras palabras públicas de Francisco al estrenar el nuevo año han recogido la orientación de la liturgia y han servido para dirigir la mirada a María Santísima, Madre de Dios, y retomar “bajo su materna protección el camino a lo largo de los senderos del tiempo”. La Virgen nos indica el verdadero modo de acoger el don de Dios: conservarlo en el corazón y meditarlo. María hace presente al Hijo las necesidades de los hombres, especialmente de los más necesitados. Las enseñanzas del Papa durante el primer mes del año pueden repasarse poniendo en ejercicio una lectura “mariana” que permita, al mismo tiempo, llevar por fuera las necesidades de nuestros contemporáneos y descubrir por dentro el don de Dios.

La Jornada mundial de la paz ha puesto su mirada en “Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz”. Deseos de paz verdadera ha querido transmitir Francisco al Gran Imán de Al-Azhar en carta con ocasión de la conferencia internacional de apoyo a Jerusalén. A la Asociación Italiana de Maestros Católicos el Papa ha trasladado tres puntos de reflexión, a manera de tareas: la cultura del encuentro, la alianza entre familia y escuela, y la educación ecológica. No obstante, en el mes de enero, la misión de cargar por fuera con las necesidades de los hombres, encuentra un hito singular de reflexión en el Discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede con motivo de las felicitaciones de Año Nuevo. Recordando el centenario del final de la Primera Guerra Mundial, Francisco ha recordado dos lecciones que la humanidad tardó en aprender: la paz no se construye como afirmación de poder del vencedor sobre el vencido; la paz sólo se consolida cuando las naciones se confrontan en un clima de igualdad. Se cumplirán pronto setenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Con ese motivo el Papa ha denunciado las formas modernas de colonización ideológica y los atentados a la dignidad de las personas, como los que vulneran el derecho a la vida, a la libertad y a la inviolabilidad de toda persona humana. En la fiesta de san Francisco de Sales, se ha publicado el Mensaje del Papa para la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: frente a las fake news, invitación a practicar un “periodismo de paz” inspirado en las palabras de Cristo “la verdad os hará libres” (Jn 8, 32). “El antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse purificar por la verdad”.

La liturgia es el ámbito privilegiado para descubrir por dentro el don de Dios. Así, la fiesta de la Epifanía del Señor desvela tres actitudes posibles ante la venida del Salvador: búsqueda atenta, indiferencia y miedo. Sólo si ejercitamos la primera, a imagen de los Magos, experimentamos la alegría de la salvación. María Santísima es la estrella que nos lleva hasta Jesucristo. Retomando las catequesis sobre la eucaristía, Francisco se ha detenido en el acto penitencial, que nos ayuda a despojarnos de nuestras presunciones y a presentarnos delante de Dios conscientes de que somos pecadores con la esperanza de ser perdonados. Los momentos siguientes de la celebración eucarística, como el cántico del Gloria, la Oración colecta o el mismo silencio de la oración, contienen riquezas que el Papa comenta. El Viaje Apostólico a Chile y Perú ha servido para encontrar al pueblo de Dios que camina en aquellas tierras, y animar la fe y el desarrollo social de esos países. Con el lema “Mi paz os doy”, Francisco ha querido alentar en Chile “el camino de la democracia”, sin eludir algunas manifestaciones de protesta. En Perú, bajo el lema “Unidos por la esperanza”, el Papa ha dado inicio al itinerario del Sínodo Pan-amazónico y ha invitado a caminar juntos con toda la riqueza de las diferencias heredadas de la historia y de la cultura. Cuando se estrenan los propósitos de un nuevo año, conviene tener presente la certeza que nace de la fe: “En tiempos de turbulencias espirituales es necesario refugiarse bajo el manto de la Santa Madre de Dios”.