Como el llanto del recién nacido
Por José Rico Pavés

En el habitual encuentro de comienzo del nuevo año con los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el Papa ha querido comenzar su discurso con una comparación sugerente para exponer su visión del actual panorama mundial: el llanto de un niño recién nacido. Al igual que el niño llora al nacer provocando alegría y esperanza, así también el nuevo año que arranca con el llanto de la aflicción provoca, sin embargo, esperanza. La mirada de Francisco al momento presente quiere ser una mirada esperanzada, sin ignorar las numerosas cuestiones que afligen nuestra época.
El discurso ilustra bien cómo desea el Papa situarse ante el mundo en general, no sólo ante los cristianos y católicos. Recuerda Francisco que el objetivo principal de la Santa Sede en el ámbito de su tarea diplomática es la paz y el desarrollo humano integral. En esa perspectiva sitúa el Papa los Acuerdos firmados con algunos Estados el año pasado, los Viajes apostólicos y algunas iniciativas de alcance global como el “Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común”, del que se cumple ahora el primer año, firmado en Abu Dabi con el Gran Imán de Al-Azhar; o el Sínodo para la región amazónica, considerada “corazón biológico” de una tierra cada vez más amenazada; o el anunciado evento mundial destinado a constituir “una aldea de la educación” bajo el lema “reconstruir el pacto educativo global”.
El mes de enero nos ha dejado también importantes discursos, como el pronunciado en la inauguración del año judicial y el dirigido a la Plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Ante el Tribunal de la Rota, el Papa ha propuesto a Aquila y Priscila como modelo de matrimonio itinerante: “Hoy la Iglesia necesita matrimonios en movimiento en todos los lugares del mundo… que hablen y vivan con la autoridad del bautismo”, que consiste en ser testigos coherentes, compañeros de camino del Señor. Con los miembros de la Congregación, ha iluminado el tema que actualmente es objeto de su estudio: el cuidado de los enfermos en las fases críticas y terminales de la vida. Es necesario -ha dicho el Papa- convertir la mirada del corazón desde la compasión para crear alrededor de la persona enferma “una verdadera plataforma de relaciones que, al tiempo que fomentan la atención médica, se abran a la esperanza”.
Se ha cerrado el mes con la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Con este motivo, Francisco ha dedicado una catequesis de la audiencia de los miércoles a la hospitalidad, presentada como “importante virtud ecuménica”. “La hospitalidad ecuménica implica el deseo de conocer la experiencia que otros cristianos tienen de Dios y la expectativa de recibir los dones espirituales que la acompañan”. La hospitalidad implica también trabajar juntos los cristianos “para mostrar a los migrantes el amor de Dios revelado por Jesucristo”.
Completado el ciclo de catequesis sobre el libro de los Hechos de los apóstoles, se abre uno nuevo dedicado a las bienaventuranzas, “carta de identidad del cristiano”, anuncio gozoso de esperanza “porque dibujan el rostro de Jesús”.