Allí lo veréis
por José Rico Pavés

Completada la cincuentena pascual, hemos celebrado la Solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad. Si el domingo anterior, al celebrar Pentecostés, resonaba la promesa de Jesús sobre el Espíritu Santo que nos llevaría a la verdad plena, al recuperar el ritmo del Tiempo Ordinario, la Iglesia, movida por el Espíritu Santo, nos invita a celebrar el mayor misterio que nuestra fe confiesa: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un único Dios; en la Unidad de la Trinidad está el Principio y Fin de todo cuanto existe; la Comunión Trinitaria es la Fuente y Meta del amor, pues Dios es amor. Jesús nos ha desvelado el misterio de la Trinidad Santa. La Iglesia nacida en Pentecostés cumple el mandato misionero de su Señor: anunciar el evangelio y bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. La fiesta de la Santísima Trinidad, recuerda el Papa Francisco, «nos hace contemplar este maravilloso misterio de amor y luz del que procedemos y hacia el cual se orienta nuestro camino terrenal». El anuncio del evangelio requiere confesar la unidad de la Trinidad Santa: la belleza del evangelio es resplandor de la comunión trinitaria y esta belleza «requiere ser vivida y testimoniada en la concordia entre nosotros». Quizás más que en ninguna otra época, el anuncio del evangelio pasa hoy por dar testimonio de la Belleza de Dios, Uno y Trino. En un mundo cegado por el influjo del Padre de la mentira que ensalza lo horroroso y disfraza lo abominable con el manto seductor del engaño, se hace especialmente urgente el testimonio sencillo de los santos, como el asombrado grito de amor de san Francisco de Asís al recibir en su cuerpo las llagas de la pasión de Cristo, pronunciado por tres veces: “¡Tú eres Belleza! ¡Tú eres Belleza! ¡Tú eres Belleza!”. No falta razón al Papa cuando afirma: «María Santísima, en su sencillez y humildad, refleja la Belleza de Dios Uno y Trino, porque recibió plenamente a Jesús en su vida. Que ella sostenga nuestra fe; que nos haga adoradores de Dios y servidores de nuestros hermanos».