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14/02/2024. La Casa de Espiritualidad de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor (Ciempozuelos), acogió desde el 1 al 4 de febrero el cursillo de cristiandad número 135 de la Diócesis de Getafe, en el que participaron una veintena de personas.

La clausura fue presidida por Jaime Bertodano, vicario episcopal de Apostolado Seglar, que animó a los nuevos cursillistas a “profundizar en ese encuentro con el Señor que habían experimentado en el Cursillo, para poder caminar el cuarto día en la Iglesia y en comunidad”.

Al término del cursillo los asistentes manifestaron su profunda alegría bajo la expresión ‘de colores’ que significa un cambio radical en sus vidas gracia al paso del Señor.

Carlos Herrero Folgado, de la Ultreya de Alcorcón, miembro del equipo de este cursillo, manifestaba: “he sido testigo de cómo el Señor sigue deslumbrando y abriendo los ojos a personas que protagonizan una historia muchas veces marcada por el dolor y el sufrimiento”.

“Han visto que su historia vale la pena cuando la coprotagonizan con Jesucristo. Pero no sólo he sido testigo de su historia, sino que yo he podido volver a comprobar cuánto quiere el Señor protagonizar conmigo mi propia historia. Jesucristo no me deja de lado, sino que insiste y vuelve a insistir en que quiere caminar a mi lado” relataba.

Una de las cursillistas, Ruth Gigorro García, expresaba también la importancia de la formación recibida a través del cursillo: “no sólo por todo lo que he aprendido nuevo, sino que además he salido con un propósito, una misión y con el ideal claro. todo por y para Él”.

“Ahora sé que Dios me quiere en su proyecto, que cuenta conmigo, con mis limitaciones y carencias, pero sobre todo con las capacidades que me va regalando” añadía.

Por su parte Angélica Calleja Fernández declaraba que “el cursillo es sin duda una experiencia enriquecedora de fe y recomendable para todo tipo de personas: con fe, sin fe o distanciados con la religión por algún motivo. Todas ellas encontrarán alegría, calidez, formación, el amor del hermano y el Amor del Padre”.

“Se trata de un fin de semana intenso que te permite darte cuenta de lo necesario que es eliminar de nuestras vidas, y especialmente en la vida del cristiano, los prejuicios, tener una mirada limpia y amplitud de miras.

“Mirar al hermano como Dios me mira a mí. Todos unidos por y para Cristo. Todos hermanos en Cristo” explicaba.

“Cada uno de nosotros somos un granito en esa comunidad. Unos aportan directa o indirectamente, unos en mayor o menor medida, pero todos aportamos. Todos somos esenciales y fundamentales en la misión de servir al Señor, y contamos para ello, no sólo con la gracia y la fuerza del Señor, sino también con el apoyo y la oración de la comunidad” subrayaba esta cursillista.