ordenados2016

19/07/2024. Estamos en verano, un tiempo propicio para bendecir a Dios por el don de la oración en la vida de cada día, con el fin de que nuestra vida sea “para amar y servir (…) contemplando a Dios en todas las cosas y todas las cosas en Dios” como nos dice san Ignacio de Loyola, porque la oración está siempre viva en la vida. Y así la oración cristiana infunde en el corazón humano una esperanza invencible: cualquier experiencia que toque nuestro camino, el amor de Dios puede convertirlo en bien.

Al respecto, el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña: “Aprendemos a orar en ciertos momentos escuchando la Palabra del Señor y participando en su Misterio Pascual; pero, en todo tiempo, en los acontecimientos de cada día, su Espíritu se nos ofrece para que brote la oración. (… )El tiempo está en las manos del Padre; lo encontramos en el presente, ni ayer ni mañana, sino hoy” (n. 2659).

No existe otro maravilloso día que el hoy que estamos viviendo. El hoy es real, el hoy es concreto. Y la oración sucede en el hoy. Jesús nos viene al encuentro hoy, este hoy que estamos viviendo. Y es la oración la que transforma este hoy en gracia, o mejor, que nos transforma: apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar.

Porque la oración, nos dice el Papa Francisco: “es el pulmón de la Iglesia (…) siempre nos lleva adelante”. Cada jornada si es acogida en la oración, va acompañada de valentía, de forma que los problemas se afrontan de otra manera y son una llamada de Dios, para nuestro encuentro con Él.

orarenlavidacotidianaEn la oración cotidiana sentimos la compasión, la cercanía, y la presencia del Señor. La oración nos ayuda a amar a los otros sin juzgarlos, mirando al corazón como hace cada día nuestro Señor. 

Amando así este mundo, amándolo con ternura, descubriremos que cada día y cada cosa lleva escondido el misterio de Dios.

Feliz y santo verano, con mi bendición.