12/10/2024. Un sacerdote y seis nuevos diáconos para la diócesis de Getafe. La Basílica del Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles ha acogido en la tarde del 12 de octubre la celebración presidida por el obispo de Getafe, Mons. Ginés García Beltrán. Estuvo acompañado del obispo auxiliar, Mons. José María Avendaño, así como de numerosos presbíteros. La ordenación contó además con la presencia del Seminario Mayor Nuestra Señora de los Apóstoles y del Seminario Menor de Rozas de Puerto Real, así como más de 1.200 personas que quisieron acompañar a los ordenandos.

Del Seminario Mayor de Getafe, José Luis Martín ha sido ordenado presbitero, y Antonio Sánchez y Enrique Sebastián, han sido ordenados diáconos.

Junto a ellos también han recibido el diaconado Eryk Mazur Sergio Jiménez, Hijos del Amor Misericordioso, y Emiliano Conturso y Andrés González, del Instituto Cristo Rey.

 

Crecer en libertad

“Es este un día de gran gozo y bendición para nuestra comunidad diocesana, un día en que experimentamos de manera profunda la presencia y el amor de Dios en nuestras vidas”, ha dicho al comienzo de su homilía Mons. Ginés García Beltrán.

Reflexionando sobre el sentido de la vocación, ha reconocido que “esta llamada no es siempre fácil de entender, tampoco de responder a ella, dejando tantas ataduras, incluso legítimas, a las que estamos amarrados”. Sin embargo, “hoy somos testigos de cómo algunos hermanos nuestros, estos jóvenes, han respondido con generosidad y valentía a la invitación de Jesús: ‘desde ahora será pescador de hombres’. Ellos han decidido seguir a Cristo de una manera especial, dedicando sus vidas al servicio de la Iglesia para la gloria de Dios”.

Dirigiéndose a los siete, ha asegurado que “no estáis, no estamos, aquí por casualidad. Es la mano providente de Dios la que os ha traído, y a partir de ahora lo seguirá haciendo de modo especial. Por eso, damos gracias a Dios”.

“La vocación es un don que solo puede crecer en la libertad del corazón del hombre, en ella se encuentran y se funden la libertad de Dios que llama y la del hombre que responde”, ha añadido comentando las lecturas de la liturgia de la Palabra.

“Es el misterio del encuentro de dos libertades. Y desde ese momento comienza una historia –aventura– que nunca sabemos dónde nos llevará. ‘Rema mar adentro’, le pide el Señor a Pedro”. 

“Es evidente que en el Sí no todo está claro desde el principio, enseguida vienen los inconvenientes, las dificultades personales, las condiciones, el ‘esto no puede ser’, el ‘por qué a mí’. En el seguimiento siempre hay combate”, ha manifestado.

 

La misión

Por otro lado, el obispo de Getafe también ha querido tener unas palabras hacia las personas reunidas en la Basílica: “A esta misión de echar las redes estáis convocados”. 

En este sentido, ha indicado, también al nuevo presbítero y los nuevos diáconos, que “no son vuestras capacidades ni vuestros méritos lo que darán el fruto a la labor que realicéis, sino una entrega generosa en las manos del Señor para que Él nos dé el fruto de una pesca abundante”. 

“La evangelización, para la que la Iglesia existe, es la misión de echar cada día las redes en el mar de este mundo, de este mundo y no del que yo imagino o del que añoro, es llevar a Cristo al corazón del hombre y de la sociedad, es impregnar de la gracia de Dios todas las cosas con sencillez, pero con convicción, y hacerlo con la certeza que Cristo es con mucho lo mejor”.

Siguiendo con la misión, ha destacado que “no pueden paralizarnos las dificultades personales o del ambiente”, porque “el que lleva en el corazón encendido el fuego del amor de Dios no puede vivir en la queja ni en la excusa, no puede mirar más que a lo esencial, a aquello para lo que ha sido llamado y que da sentido a la vida”.

 

Comunión plena

Por otro lado, ha señalado que la “misión es compartida”, puesto que “vivimos y trabajamos en el seno de la Iglesia que nos acoge y nos envía”. 

“No es posible, ni da frutos, una labor al margen de la comunión. Un sacerdote puede estar solo en función del oficio que se le han encomendado, pero nunca aislado. El ministerio ordenado se define también por su ser en relación, relación con Dios, en primer lugar, y junto a esta la relación con la comunidad eclesial, con el obispo, los hermanos en el ministerio, y con el pueblo de Dios al que hemos sido enviados”. 

“Os invito, queridos hermanos, a vivir esta relación, y no solo formalmente, porque así está mandado, sino de corazón. El obispo no es el jefe, sino el padre, el hermano mayor, el amigo; los sacerdotes no son los compañeros de trabajo, sino los hermanos y amigos que caminan conmigo; como tampoco el pueblo de Dios es el objeto de mi ocupación sino la familia en la que vivo y sirvo en el nombre del Señor”, ha dicho en la homilía.

 

Hombres de Dios

En la última parte de su alocución, el obispo ha dejado claro que “de nada servirían las riquezas, ni la salud o la belleza, si no tenemos el don de Dios, su presencia”. Es más, “de nada servirían los éxitos pastorales, ni el aplauso de los hombres sino les doy a Dios”. 

En este sentido, “la escena de este mundo con su esplendor pasa, lo que queda es Dios. El hombre de hoy tiene hambre y sed de Dios; no nos engañemos, no se conformará con menos. Por eso, sed hombres de Dios”, ha pedido.

Les ha pedido escuchar, meditar y contemplar la Palabra porque "llega a lo más profundo del corazón y lo ilumina, también lo interpela y hasta lo hiere, pero no deja por eso de ser consuelo”.

Por último, se ha referido a la Eucaristía como “lo mejor y lo más importante que has de hacer cada día”. “En la Eucaristía, como en ningún otro momento, eres y actúas como sacerdote, te conviertes en otro Cristo, te inmolas en favor de la humanidad”. 

“¿Qué es un sacerdote sin Eucaristía? No dejéis que la fuente de la gracia se seque en vosotros por la falta de la celebración y adoración eucarística vivida con profundidad”.

“La vida eucarística no se acaba al final de nuestras celebraciones, sino que se prolonga en la caridad para con los hermanos más necesitados, con los pobres, que forman parte esencial del ministerio ordenado”, ha añadido.

Sus últimas palabras de la homilía fueron para pedir a todos los presentes rezar por los nuevos consagrados “para que sean fieles a la llamada, y sean luz y testimonio en medio del mundo”. Y también para que Dios siga bendiciendo a la diócesis y a la Iglesia con nuevas vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada.

 

Puedes leer la Homilía completa pinchando aquí

 

 

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