26/12/2024. En la cárcel, pero libres. Así se podría describir el ambiente vivido en el inicio del Jubileo en la cárcel de Valdemoro (centro penitenciario de Madrid III) con más de 100 presos y una eucaristía presidida por el obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, y concelebrada por el capellán de la prisión, Pablo Morata, y otros sacerdotes.

El Papa Francisco abría la Puerta Santa de la cárcel romana de Rebbibia en la mañana de este jueves 26 de diciembre, y después el obispo de Getafe abría esa puerta de forma simbólica en la cárcel del sur de Madrid en una celebración preparada por los voluntarios de la Asociación Entre Pinto y Valdemoro.

Mons. Ginés García Beltrán ha querido estar así al lado de los que no cuentan y son marginados, y llevarles la esperanza del Jubileo que inició el Papa el pasado día 24 y arrancará en la diócesis este domingo 29 a las 12.00 horas primero en el Colegio Jesús Nazareno para continuar en procesión hacia la Catedral con una misa a las 12.30 horas.

Los presos que han respondido a la invitación, pertenecientes a los nueve módulos de la prisión, han podido ver al inicio de la celebración la apertura de la Puerta Santa de la cárcel italiana y han escuchado la homilía completa que el Pontífice ha dirigido.

“Es una alegría el poder celebrar estos días tan bonitos, tan entrañables, tan agridulces también para vosotros, porque son días también de añoranza”, ha comenzado diciendo el obispo Garcia Beltrán.

“Un año jubilar es un año de gracia, un año de liberación. Y la Iglesia nos invita a mirar donde está la verdadera gracia y donde está también la verdadera liberación”.

“Aquí –ha continuado hablando a los privados de libertad– no tenemos una Puerta Santa como en San Pedro, ni siquiera como en la cárcel de Roma. Sí que posiblemente tenemos una llave, y uno puede preguntar: ¿para qué quiero llave si no tengo puerta? Porque yo creo que lo ha dicho el Papa de alguna manera, todos sí tenemos una puerta, que es la puerta de nuestro corazón. Y muchas veces, la mayoría de las veces, la mayor falta de libertad no está afuera, aunque la de afuera, que voy a deciros que no sepáis, es muy difícil, es muy dura, pero muchas veces la puerta de afuera lo que está reflejando es la puerta de dentro, que está cerrada y que yo no puedo abrir”.

En este sentido, se ha referido a la dificultad de vivir con tantas puertas cerradas en la prisión y a la pregunta que muchos se estarían haciendo: “¿Pero yo puedo abrir alguna puerta? Pues posiblemente la de la cárcel no, pero la de mi corazón sí. Por tanto, hoy tenemos una gran invitación”.

El obispo de Getafe ha continuado entonces: “Fijaos que la cárcel puede ser un lugar para el mal, pero también puede ser una oportunidad para el bien. Yo estoy seguro de que si nosotros, si vosotros (…) pusiéramos uno encima de otro los motivos que tenemos para la desesperanza, haríamos una montaña”.

 Y “en medio de esa montaña de motivos para la desesperanza, se mete una niña pequeñita que no hace ruido, que no ocupa mucho lugar, pero que después se hace grande, que se llama esperanza”, ha afirmado en el salón de actos de la prisión.

 

Lo que puede matar es haber perdido la esperanza

“¿Por qué no dejamos, queridos hermanos, queridas hermanas, que en este tiempo de Navidad y en este año, esa niña pequeña que viene de Dios, que se llama esperanza, entre en nuestra vida? Porque ya lo ha dicho el Papa: la esperanza no te defrauda, la esperanza nunca te defrauda. Lo más triste y lo que más puede matar a un hombre, no es estar en la cárcel o no estarlo. Lo que puede matar a un hombre es haber perdido la esperanza, sea en la cárcel o sea fuera de la cárcel”.

Aludiendo al lema del Jubileo recién comenzado, ‘Peregrinos de esperanza’, ha indicado que “somos peregrinos de esperanza, porque nosotros sabemos que todo puede cambiar y además sabemos que nuestra esperanza tiene un nombre y ese nombre es Jesucristo”. 

“En medio de las tinieblas que todos tenemos, vosotros también, quizás de un modo especial, siempre hay un rayo de luz que se llama esperanza. Dice San Pablo también: esperar contra toda esperanza. Queridos hermanos, no perdamos la esperanza”, ha pedido con énfasis.

“Dejemos que la esperanza venga a mi corazón, que no me deje cerrar. Bastantes puertas cerradas hay en la vida. Bastantes puertas cerradas hay aquí para que encima también yo ponga rejas en la puerta de mi corazón”.

Antes de concluir la homilía para continuar con la celebración, ha asegurado que “la que es capaz de romper las rejas es la esperanza”. “La esperanza, que ya he dicho, tiene un nombre. La esperanza que no se acaba nunca: Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, el que ha nacido de la Virgen María en Belén, ha terminado”.

Después de la eucaristía, los presos han podido adorar al Niño Jesús, acercándose hasta el altar, mientras Garcia Beltrán lo sujetaba en las manos.

 

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