26/02/2025. El Papa Francisco aprobó en la mañana del 25 de noviembre de 2024 la promulgación del decreto de ‘confirmación de Culto Inmemorial’, declarando beata a la Sierva de Dios sor Juana de la Cruz (Juana Vázquez Gutiérrez, monja terciaria franciscana), conocida como 'la Santa Juana' de Cubas de la Sagra, localidad que se encuentra en la diócesis de Getafe, al sur de la Comunidad de Madrid.
Ante esta buena noticia del reconocimiento del Culto Inmemorial de sor Juana, y en este momento concreto de la historia de la Iglesia y del mundo, cabe preguntarse, y no faltará quién lo haga: ¿Qué sentido tiene esta beatificación de un personaje de hace cinco siglos?, ¿para qué este reconocimiento y la aprobación de su Culto?
En la introducción a la Positio presentada al Dicasterio para las Causas de los Santos, podemos leer: «Nos encontramos ante una figura femenina de notable estatura espiritual, que se incluye de forma original en la corriente y espíritu de la gran mística española de los siglos XVI-XVII, vinculada a la piedad popular de modo invencible y con fuertes acentos teológicos que constituyen el núcleo de su predicación.
A grandes rasgos la Sierva de Dios nos sorprende con elementos de elevada mística-unitiva, como experiencias personales abrasadas con intenso amor a la vida franciscana y de una continua meditación del misterio de Dios.
Proponer hoy una figura antigua puede parecer arqueología eclesial. Se trata, sin embargo, de restituir al pueblo de Dios una autorizada confirmación de su piedad y devoción hacia la Sierva de Dios que el mismo pueblo, desde siempre, invoca con el título de Santa Juana.
Es más, su beatificación representa para la Iglesia entera un feliz momento para apropiarse de esta maravilla del Señor que, en tiempos lejanos y difíciles, supo: Enseñar con absoluta fidelidad al Magisterio; predicar con contenido teológico y praxis pastoral, porque su predicación surgía de la incesante meditación del misterio de Dios y del amoroso compartir de los anhelos y la esperanza de la gente sencilla; orar, y enseñar a orar con su misma vida, hasta en aquellas experiencias cotidianas… contemplar, pero una contemplación experimentada como don y gracia en el contacto fatigoso de lo cotidiano».
La Providencia de Dios ha querido reservar, para nuestro tiempo, el ejemplo de santidad de Juana de la Cruz, la riqueza evangelizadora y catequética de su predicación, la voz profética de una mujer fuerte.
La beata Juana de la Cruz, predicadora y párroco, es un ejemplo significativo de presencia y participación de la mujer en la Iglesia, es un hermoso ejemplo del pasado que ilumina el momento presente.
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