02/03/2025. Al inicio de la Misa de acción de gracias por el reconocimiento y aprobación del culto inmemorial de Sor Juana de la Cruz y tras la procesión de entrada, el obispo de Getafe, Mons. Ginés García Beltrán, ha dirigido unas palabras de bienvenida a toda la asamblea subrayando la importancia del acontecimiento en el Monasterio de las clarisas de Cubas de la Sagra.
A continuación, el texto completo:
“Os doy la bienvenida, queridos hermanos y hermanas, a esta gozosa celebración de Acción de Gracias por el reconocimiento y aprobación del Culto inmemorial del que gozó Sor Juana de la Cruz, a la que popularmente llamamos la “Santa Juana”.
Saludo y agradezco de corazón la presencia del Sr. Nuncio en España, Mons. Bernardito Auza, que tan amablemente ha aceptado la invitación a presidir esta celebración como representante del Santo Padre. Hoy queremos renovar nuestra cercanía con el Papa Francisco y nuestra esperanza de verlo pronto restablecido; rezamos insistentemente por él al Señor para que lo sostenga en este momento de enfermedad y sufrimiento. Traslade, Sr. Nuncio, al Papa esta cercanía, y el agradecimiento por este reconocimiento del culto inmemorial de la nueva Beata.
Bienvenidos hermanos obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, especialmente la familia franciscana, y la comunidad de Hermanas pobres de Santa Clara que viven en este lugar; a los laicos, y a los devotos de la beata Sor Juana de la Cruz.
Saludo con particular afecto a las autoridades presentes que también han querido compartir con nosotros este día que tiene un sabor tan popular por la devoción que nuestro pueblo tiene a Sor Juana de la Cruz, y a este Monasterio de Clarisas de Cubas de la Sagra, dedicado a Santa María de la Cruz.
En este momento de acción de gracias en el que miramos a la figura, enseñanza, y testimonio de una mujer que vivió en los siglos XV y XVI, y cuya fuerza y actualidad llegan a nuestros días, signo de que la santidad es siempre nueva y renovadora, nos fijamos en una inspiradora providencia que ha unido a una iglesia, testimonio de nuestra historia y de la santidad de sus hijos, la archidiócesis primada de Toledo, donde nació, vivió, y murió la nueva Beata, con una diócesis nueva y joven, Getafe, donde se ubica en la actualidad este monasterio y el sepulcro de la beata Sor Juana de la Cruz, bajo la inspiración carismática de Francisco y Clara, fuente y cimiento de la familia franciscana.
En este encuentro se nos desvela una vez más la belleza de lo antiguo y lo nuevo, de una Iglesia que hunde sus raíces en el Evangelio y está llamada, como lo ha estado a lo largo de la historia, a anunciar el nombre del Señor Jesús a cada generación, para que la verdad eterna de Cristo se haga nueva y capaz de ser entendida y acogida por cada hombre, y por la misma sociedad.
Con gran belleza, nos recuerda el Papa que San Francisco nos propone “una forma de vida con sabor a Evangelio” (FT, 1). Preciosa definición de lo que fue la vida de Sor Juana de la Cruz, una vida con sabor a Evangelio. Su palabra, “la riqueza evangelizadora y catequética de su predicación, la voz profética de una mujer fuerte” (Carta pastoral), el don de consejo, la cercanía a todos, el valor de la iniciación cristiana, gran desafío para el momento presente de la Iglesia, el anuncio a los que no están cerca, que hoy llamamos primer anuncio, y hasta la incomprensión y la persecución hacen de su vida un verdadero testimonio de santidad para su época y para hoy.
“La Beata Juana de la Cruz, predicadora y párroco, es también un ejemplo significativo de presencia y participación de la mujer en la Iglesia, es un hermoso ejemplo del pasado que ilumina el momento presente” (ibid).
No podemos olvidar al contemplar el testimonio de la beata sor Juana de la Cruz, el valor de la cruz, de la pasión de Cristo, del Cristo sufriente, tanto mística, como físicamente en los más desamparados, que ella vivió desde el carisma franciscano, como camino de renovación personal y comunitaria.
Este lugar, donde ella vivió y murió es un lugar de María. María al pie de la Cruz. María junto al Discípulo Amado. María, Madre de la Iglesia, como don de Cristo que se entrega por nosotros. “Stabat Mater”, María estaba y sigue estando como peregrina de la fe, como baluarte de esperanza, como fuerza de nuestra caridad. María, la beata Sor Juana de la Cruz, y todos los santos, siguen caminando con nosotros en esta bella peregrinación por la historia, el camino del hombre y de la Iglesia, que cada día nos hace ‘Peregrinos de Esperanza’”.
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