10/03/2025. La próxima Vigilia Pascual será un gran acontecimiento para los 30 catecúmenos que recibirán el Sacramento del Bautismo. Pero antes de que llegue el gran día, han participado en el rito de la Elección al Catecumenado en una Misa en la Catedral de Getafe el domingo 9 de marzo, primero de Cuaresma.

La celebración estuvo presidida por el obispo de Getafe, Mons. Ginés García Beltrán, y concelebraron numerosos sacerdotes. 

En su homilía, García Beltrán explicó la importancia del signo que iban a realizar: “Con este rito de la Elección comenzamos esta última etapa de la preparación al Bautismo que vosotros 30 habéis llevado a lo largo de los últimos años. La Cuaresma en la que estamos, que es tiempo de penitencia, tiempo de purificación interior, tiempo de renovación, no es un fin en sí mismo, sino que es una invitación a mirar a la meta y la meta a la que queremos mirar es la noche santa de la resurrección del Señor, la Vigilia Pascual, en la que vosotros vais a recibir el don del Bautismo del Espíritu Santo y vais a ser recibidos en la Iglesia”.

“Es este un momento importante, este tiempo de Cuaresma para vosotros va a ser un itinerario especial, un itinerario que va a ir siguiendo el ritmo de la liturgia de los cinco domingos de la Cuaresma, sobre todo a través de los cinco Evangelios que vamos a proclamar en estos domingos y que son esas últimas catequesis que vosotros vais a recibir”, dijo dirigiéndose a los catecúmenos. 

Precisamente, comentando las lecturas del día, afirmó que “la Palabra del Señor la tenemos con nosotros”. “Escuchamos la Palabra del Señor por el oído, pero si yo no le pongo inconvenientes, la Palabra del Señor llega a mi corazón, porque la Palabra del Señor transforma el corazón y hace que mis labios confiesen, profesen a Jesucristo como el Hijo de Dios. Y es precisamente ahí donde está la salvación. Por tanto, si tus labios profesan que Jesucristo es el Señor, tendrás la justicia”.

“Si tu corazón cree que Jesucristo es el Señor, tendrás la salvación”, continuó. “Esto es lo que vosotros habéis descubierto y por lo que habéis pedido el Bautismo a la Iglesia: para formar parte de nuestra familia, la familia de los cristianos, la familia de los hijos de Dios”.

Otro de los ejes de la homilía fue propiamente la Cuaresma, de la que dijo que se trata de “un camino que nos lleva a la Pascua, a la celebración de los misterios cristianos, de la pasión, muerte y resurrección del Señor”. “En este camino hay como etapas en las que nos detenemos para escuchar la Palabra, para que la Palabra nos ilumine. Hemos escuchado este domingo en todas las misas que se han proclamado en el mundo entero el texto de las tentaciones de Jesús”.

“San Lucas es conocido, entre otras cosas, como el evangelista del Espíritu Santo. Va marcando la vida de Jesús desde la perspectiva del Espíritu Santo, como el Espíritu Santo lo ha guiado. Y empieza el Evangelio que hemos proclamado haciendo referencia a que Jesús llega al desierto desde el Jordán. Efectivamente, Jesús había estado en el Jordán, en el bautismo de Juan, que no es el mismo Bautismo que vais a recibir vosotros. Era un bautismo de penitencia. Juan bautiza a Jesús, pero en ese momento en que Juan bautiza a Jesús, el Espíritu Santo viene sobre él. Y una voz, la voz del Padre, lo confirma: ‘Este es mi hijo, el amado. En él me complazco. Escuchadlo’. Y desde allí, desde esa unción del Espíritu Santo, Jesús va a ir al desierto. También llevado por el Espíritu Santo, es decir, que es el Espíritu Santo el que lleva a Jesús al desierto, donde va a ayunar durante cuarenta días. El desierto es el lugar de la prueba”.

“Cuando un israelita escucha hablar del desierto sabe que es el lugar de la prueba, donde ellos han estado 40 años hasta llegar a la Tierra Prometida. Pero al mismo tiempo, el desierto es el lugar de la libertad, es el lugar de la presencia de Dios. En el desierto Dios se ha manifestado”, explicó.

“En el desierto Dios ha hecho obras grandes. A través del desierto Dios ha cumplido su promesa. En el desierto ellos han visto también la gloria de Dios”.

García Beltrán recordó una frase del Papa Francisco “que me parece que es muy bonita”. “Dice que la fe es memoriosa. Es decir, la fe tiene memoria, tiene memoria de la grandeza de Dios, de lo que Dios ha hecho en nosotros, de cómo Dios se manifiesta en nosotros y camina a nuestro lado”.

“Ante este Evangelio, y cada uno puede mirar su propia vida, vosotros catecúmenos podéis mirar vuestra propia vida, yo he pedido el Bautismo a la Iglesia y voy a recibir los sacramentos de la iniciación cristiana, pero tengo tentaciones, pero me asalta la prueba. Y la pregunta es, ¿la prueba, la tentación es buena? Porque siempre que hablamos de tentaciones, siempre pensamos que la tentación es mala, porque nos puede llevar al pecado, que la prueba es dificultosa, pero la pregunta sigue ahí, ¿la tentación es buena?, ¿la prueba es necesaria? Y la respuesta sería, para vosotros, pero para todos, para los bautizados también: depende de donde te sitúes, depende desde donde lo mires. Fijaos que el Evangelio nos pone una triple tentación de Jesús. Podemos decir que son las tentaciones por las que pasamos todos los hombres, también los bautizados”.

Sobre estas tres tentaciones, el obispo contó que “Jesús responde trayendo la Escritura, trayendo la Palabra de Dios de un modo muy sencillo”. “¿Pero tú dónde tienes el corazón?, ¿tienes el corazón en lo material? Porque lo material no llena el corazón. ¿Cuántas veces podemos tenerlo todo, y sin embargo nuestro corazón sigue vacío? Es la tentación del hombre saciado, del hombre que tiene saciado el corazón de cosas, pero no tiene lo esencial”.

“La segunda tentación es el poder y la gloria. Esa tentación de la vanidad humana. Y por eso el diablo lleva a Jesús a un monte alto y le enseña toda la tierra y le dice: ‘todo te lo voy a dar, si tú me adoras’. Aquí hay una estrategia del diablo, del maligno, que muchas veces nos afecta a todos nosotros, que es la mentira. El diablo es el padre de la mentira. Y lo primero que le dice a Jesús: ‘todo esto se me ha dado, y por tanto yo te lo puedo dar a ti’ no es verdad. A él no se le ha dado todo. El mal no tiene la última palabra”.

Es “el engaño que muchas veces reviste el que me creo poderoso, el que me creo con gloria, el que me visto de ‘pavo real’, pensando que todo es mío y es bonito, que yo soy el no va más, cuando realmente no es así. Por tanto, es una llamada a no caer en esta tentación de sentirme el más importante, el que todo lo puede, el que si fracaso en mi vida me vengo abajo pensando que soy el más desgraciado de los hombres”.

“La tercera tentación quizás sea, no sé si la palabra es más religiosa, por lo menos más sofisticada, que es la manipulación de Dios. Lo llevó a la altura del templo, a lo más alto del templo y le dice: ‘tírate, van a venir los ángeles, te van a recoger’. Es hacer un Dios a mi medida, es hacer un Dios para mis necesidades, pero no para la gloria. Es buscar el camino fácil que me lleva a Dios, pero no el camino verdadero que me lleva a Dios”, dijo.

“Cuando la tentación o la prueba se mira desde Dios, cuando yo pongo mi confianza en el Señor, la prueba puede ser un momento de crecimiento espiritual, de crecimiento en la fe. No tengáis miedo a la prueba”, pidió a todos los presentes.

“Los padres de la Iglesia antigua cuando hablan de la conversión y hablan de la vida cristiana y de la Cuaresma utilizan mucho la palabra ‘combate’. La vida cristiana muchas veces es un combate. Un combate donde el mal me asalta, pero yo tengo la fuerza del bien”.

En este sentido, agregó que “la tentación, la prueba, muchas veces nos hace crecer en fidelidad al Señor”. “Vosotros que no habéis sido bautizados de niños y vais a ser bautizados ahora, sería bueno que reflexionarais y os preguntarais: ‘¿qué es la fe?’. La fe ante todo es confianza, confianza en el Señor”.

“Hay muchas cosas que no veo, hay muchas cosas que me cuestan, el camino estrecho me cuesta, el llevar la cruz me cuesta, pero yo confío en el Señor”. “San Agustín, el gran padre de la Iglesia dice: ¡en Cristo todos hemos sido tentados y en Cristo todos vencemos. Si tú te agarras a Cristo, tú vencerás porque Él ya ha vencido’”.