TODOS ESTAMOS CONVOCADOS
El término “Iglesia” significa Asamblea. La Iglesia es una comunidad de llamados, de convocados a venir a Cristo para escuchar su Palabra, celebrar sus Misterios y vivir la comunión-caridad para ser enviados al mundo. Cristo es el que convoca y el centro de toda la existencia cristiana, tanto personal como comunitaria.
La insistencia que se nos viene haciendo en los últimos años de mirar a la Iglesia como Sínodo nos revela, entre otras cosas, la llamada universal a ser santos, a participar de este pueblo en camino que es la Iglesia, y a anunciar el Evangelio a todos los hombres como una comunidad misionera que somos. Nos recuerda también la igualdad fundamental de todos los discípulos de Cristo. El bautismo nos hace iguales, pero destinados a servicios diversos en el Cuerpo de Cristo. En el corazón de cada bautizado Dios ha depositado una llamada a seguirlo en un estado de vida o ministerio concreto.
Necesitamos tener la experiencia “fundante” de que Dios me llama porque me ama. La llamada es prueba de su amor. Por eso es necesario saber que Dios me llama, y a qué me llama. En la meta de toda iniciación cristiana está siempre la pregunta: Señor, ¿qué quieres de mí?
Son muchos los que hoy se siguen preguntando: y yo ¿cómo sé lo que Dios quiere de mí? La tentación está en buscar la respuesta fuera, en tener muchas experiencias, en definitiva, la vía del conocimiento de realidades o caminos distintos antes de la decisión. Sin embargo, en la llamada, donde tengo que mirar es a mi interior. Hemos de buscar en nuestro interior, donde está Dios y dejarlo que hable. San Agustín en el libro de las Confesiones tiene una página magnífica: “He aquí que Tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba. Llamaste y clamaste y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti y siento hambre y sed; me tocaste, y me abrasé en tu paz”. Si buscamos en nuestro interior encontraremos a Dios que nos habla, aunque para discernir la llamada necesitemos también de ayudas exteriores, de mediaciones humanas.
Este año, el Día de la Iglesia Diocesana nos ofrece la oportunidad de volvernos al Señor que habita en nosotros y preguntarle qué quiere de mí, a qué me llama en su Iglesia.
En la Iglesia que camina en Getafe, como en cada diócesis, existen carismas y ministerios para construir la comunidad y ser signos en medio del mundo. Dios nos interpela en cada momento de la historia con desafíos para la fe y la evangelización a los que hemos de responder y hemos de hacerlo todos y unidos. Nuestra Iglesia necesita de ti, de tu respuesta a la llamada del Señor, como tú necesitas de la Iglesia para vivir tu existencia cristiana.
Nos preparamos para el Año Santo 2025 con una llamada a ser testigos de la esperanza. Y lo hacemos con la mirada puesta en Santa María, Madre de Esperanza.
A todos os saludo y os bendigo en el nombre del Señor.
+ Ginés, Obispo de Getafe