La necesidad de descanso y serenidad es algo que viene pedido por la misma naturaleza humana. El mismo Jesús, viendo a sus discípulos cansados e intranquilos les dice: “Venid conmigo a un lugar solitario para descansar un poco, porque eran tantos los que iban y venían que no tenían tiempo ni para comer” (Mc 6,31). ¿Qué quiere decir esto? Esto quiere decir que los momentos de descanso, las vacaciones son necesarias y tenemos que saber aprovecharlas bien.
Hay dos formas de vivir el tiempo de las vacaciones, la que continuamente nos ofrece la cultura hedonista dominante diciéndonos: “deja a un lado la cabeza, el corazón y hasta la misma conciencia pata vivir, sin restricciones a merced de los caprichos de moda” Y, hay otra manera: “plantéate las vacaciones metiendo el evangelio en la maleta”, que quiere decir, plantéate las vacaciones aprovechando bien, desde la luz del evangelio, el valor que estos días pueden tener para ti y para tu familia Son muchos los bienes que nos pueden traer unas vacaciones bien enfocadas. Señalaré algunos.
1.-El hecho mismo del descanso. En la vida ordinaria nos puede ocurrir que la fatiga, el trabajo y la multitud de ocupaciones ofusquen en nosotros el sentido de lo verdaderamente importante y justo. Las vacaciones son un periodo muy útil para reponer las fuerzas físicas, psíquicas y espirituales y para hacer posible una revisión a fondo de muchos aspectos de nuestra vida que necesitan situarse en la perspectiva de lo que es esencial y para quitar de nosotros muchas cosas que no son importante, pero que están acaparando demasiado nuestra atención y nuestros afectos.
2.- El cuidado mayor de las relaciones familiares. En una sociedad en la que trabajan el padre y la madre fuera del hogar, los hijos gozan poco de sus progenitores. El periodo vacacional puede ser una excelente oportunidad para estrechar mucho más los lazos familiares, para que los padres gocen con sus hijos y los hijos gocen con sus padres y para que el matrimonio tenga oportunidad de un mayor diálogo entre ellos. Es un momento propicio para que crezca la comunicación entre todos los miembros de la familia y sienta el cariño y la ayuda de todos, aquel que más la necesite.
3. El cultivo de la amistad. Las relaciones con los amigos necesitan su tiempo. Las vacaciones son un buen momento para acercarnos a los amigos, reparar olvidos, subsanar malos entendidos, visitar a los amigos enfermos y dedicar horas para disfrutar de las buenas compañías.
4. Posibilidad de encontrar momentos largos de silencio y de oración. Las vacaciones nos brindan la posibilidad de tener largos ratos de silencio, para encontrarnos con nosotros mismos, para afianzar las convicciones que dan sentido a nuestras vidas, para disfrutar de la belleza de la naturaleza y sobre todo para abrirnos al Misterio de Dios. Hay muchos que vivieron intensamente su fe en otras etapas de la vida, pero esa fe se fue debilitando y casi desapareciendo par no haber sabido cultivar esta apertura a la trascendencia y a la espiritualidad. En las vacaciones tenemos que buscar momentos tranquilos y largos para leer el evangelio, para hablar con Dios en el silencio de nuestra conciencia y para participar de forma asidua en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía.
Os deseo a todos unas felices vacaciones que os ayuden a recuperar las fuerzas del cuerpo y del espíritu y que os permitan un mayor fortalecimiento de la relación con vuestros seres queridos y una más profunda apertura a Dios.
Para todos, un saludo cordial y mi bendición.