19/07/ 2024. Más de 80 jóvenes y catequistas de 3º de la ESO de las Parroquias Nuestra Señora de la Asunción -de Móstoles y Parla- y San Esteban Protomártir, de Fuenlabrada, junto a otras tres parroquias de Madrid vinculadas a la experiencia de ‘Peguerinos’ (juveniles) de Comunión y Liberación, caminaron cien kilómetros desde Portomarín a Santiago de Compostela, desde el martes 9 al domingo 14 de julio, bajo el lema ‘Alguien te espera’.
José Fernández Crespo, catequista de la Asunción de Móstoles, destaca que la importancia de caminar estos seis días portando la cruz y rezando el Rosario por los caminos que atravesó el Santo Apóstol, distinto de lo deportivo o lo turístico.
“Destaco en nuestro caminar tres signos que me parecen imponentes: siendo tan diferentes los unos de los otros, chicos y adultos, la unidad que se percibía en el caminar, desde la cruz hasta el último que cerraba el grupo, al mismo ritmo y todos expresando un valor y un corazón infinitos; lo segundo el silencio, que desde el comienzo de la mañana centraba el día, miraba el día, miraba mi necesidad, todo lo que somos, somos necesidad; lo tercero la cruz ya que en cualquier momento uno podía ser recogido por la misericordia, uno podía levantar la mirada a la cruz en el instante en el que sintiera necesidad, en el instante en el que sintiera paz, en el instante en el que sintiera dolor, en el instante en el que se sintiera amado por una confesión, conversación o abrazo…” explica el catequista mostoleño.
“Nosotros hemos testimoniado -añade- a través del silencio, del Rosario, del caminar charlando o cantando, o confesándonos”.
“El Señor no vino al mundo para hacer cosas bonitas, ni para que fuéramos buenos o piadosos, sino que vino como un hecho, una presencia histórica en la tierra. Y eso es lo que hemos hecho, testimoniar nuestra amistad en Cristo juntos” subraya este catequista.
“Hemos querido seguir en estos días el recorrido del Hijo Prodigo. Hijos que viven de ídolos, de una falsa libertad y felicidad, pero al mismo tiempo hijos que vivimos un dolor, un deseo, con la necesidad de ser hijos en el mundo de hoy. Aquí hemos podido expresar el deseo de caminar con otros, de necesitar a otros, de no crear ídolos, sino de ser hermanos, unos con otros” añade.
“El último día -relata-entramos en la Plaza del Obradoiro rezando un misterio del Rosario con la cruz. Era significarse, testimoniar y salir al encuentro de otros peregrinos, mostrando una alegría, un anticipo de una vida más grande. Con la única condición de seguir la flecha, que nos llevó al Santo”.
“Ahora todos estos jóvenes tienen una propuesta: volver a sus casas, contar lo que les ha sucedido, vivir el verano de una forma diferente, más atentos, abiertos… deseando una vida GRANDE, en camino y deseando que alguien le espere, como el padre al hijo pródigo. La vida es camino...” concluye Fernández Crespo.