1/02/2025. El obispo de la diócesis, Mons. Ginés García Beltrán, ha presidido en la tarde del sábado 1 de febrero, una solemne eucaristia con motivo de la reapertura de la iglesia de San José en Pinto. Acompañado de numerosas personalidades y de cientos de fieles, ha pedido que la parroquia sea "un faro de luz, irradiando la bondad y la misericordia de Dios a toda comunidad y también a los que no se acercan a ella".

A continuación, el texto completo de la homilía:

 

Queridos hermanos y hermanas en el Señor. 

Saludo a los hermanos sacerdotes. Al Sr. Vicario General; al Sr. Cura Párroco de Santo Domingo, y a sus vicarios parroquiales; al de S. Francisco Javier; diáconos, y religiosas.

Saludo también con afecto a las autoridades, al Sr. Alcalde y a los miembros de la Corporación Municipal, a las autoridades autonómicas y locales, el Subdirector General de Patrimonio, y el consejero delegado de Planifica Madrid; al arquitecto y a todo el equipo técnico que ha llevado a cabo esta obra, y a la empresa constructora.

Queridos hermanos y hermanas en el Señor.

Hoy es un día de gran alegría para todos y de profunda gratitud al Señor, dador de todo bien, pues después de 17 largos años, nuestra querida parroquia de San José de Pinto abre nuevamente sus puertas. Nos reunimos en este lugar santo para dar gracias a Dios y celebrar la consagración de su nuevo altar, en el que recogemos las reliquias de Santa Gema Galgani, y del Beato Carlo Acutis, y lo hacemos ya en la festividad de la Presentación del Señor.

En esta fiesta, recordamos cómo Simeón y Ana reconocieron al Niño Jesús como la luz que ilumina a las naciones. Este encuentro en el templo de Jerusalén nos inspira y nos llama renovar nuestro compromiso con la misión de la Iglesia. Simeón, movido por el Espíritu Santo, tomó al Niño en sus brazos y proclamó que Jesús sería una luz para todos los hombres y gloria de su pueblo Israel. Este reconocimiento nos lleva a reflexionar sobre nuestro papel como luz en nuestras comunidades, siendo testigos del amor y la misericordia de Dios.

La reapertura de esta parroquia y de su templo no solo marca el final de un largo periodo de espera, sino también el comienzo de un tiempo nuevo. Es una oportunidad para la renovación interior y comunitaria. Que cada uno de nosotros se sienta llamado a fortalecer su fe y a vivir con mayor intensidad el Evangelio. Recordemos que la verdadera restauración no solo implica la recuperación de los muros y el altar, sino también la renovación de nuestros corazones y espíritus. Que este nuevo comienzo sea un tiempo de crecimiento espiritual y de reforzar nuestros lazos como comunidad de fe.

Es también un signo de esperanza, y más en este Año santo, en que somos llamados a ser peregrinos de esperanza, testigos de la esperanza en medio de un mundo marcado por tantas tinieblas que llevan a muchos de nuestros contemporáneos a vivir en desesperanza, sin luz y sin sentido. Las puertas que hoy se abren están llamadas a ser esperanza que acoge y cuida, que alumbra y consuela.

Esta parroquia debe ser un hogar para todos, una fuente de vida espiritual donde todos podamos beber, como la fuente de la aldea que decía el Santo Papa Juan XXIII.Recordemos las palabras de otro de los santos Papas del siglo XX, San Juan Pablo II, que definió a la parroquia como la Iglesia que vive en las casas de sus hijos e hijas, sacando así a la comunidad de los muros del templo y llevándola allí donde vive un cristiano, simbolizado en el hogar, en la familia, pero también podíamos decir en el trabajo, en las relaciones sociales, y en la vida pública. Que nuestra parroquia sea un lugar de encuentro, acogida y comunión. Que todos aquellos que crucen sus puertas sientan el amor y la paz de Cristo, y encuentren en este lugar un refugio seguro y un hogar espiritual.

Reabrimos nuestras puertas para continuar con la misión evangelizadora, pues la Iglesia existe para evangelizar (cfr. EN, 14): la predicación de la Palabra, la celebración de los Misterios de Cristo, y la vida de caridad. Que cada celebración y cada acto de servicio en esta parroquia sea una manifestación del amor de Dios. Estamos llamados a ser luz en el mundo, llevando el mensaje de esperanza y salvación a todos aquellos que nos rodean. Que esta parroquia sea un faro de luz, irradiando la bondad y la misericordia de Dios a toda comunidad y también a los que no se acercan a ella. Nuestra misión es para todos, no lo olvidemos.

Pero la parroquia, toda parroquia, es más que un lugar de encuentro y celebración; es una comunidad vocacional donde las semillas de la vocación para el servicio de la Iglesia nacen y crecen. Aquí, en el seno de esta parroquia han surgido vocaciones para la Iglesia. Hace unos días me decía uno de nuestros sacerdotes que el primer recuerdo de su vocación estaba en la imagen de S, José de esta parroquia. Pidamos que los jóvenes encuentren aquí el apoyo, la guía y el acompañamiento necesarios para discernir su llamado a servir a Dios y a su pueblo. Que esta parroquia continúe siendo un terreno fértil donde nazcan las vocaciones que necesita nuestra Iglesia.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todos aquellos que han hecho posible esta obra de restauración. A la parroquia y a sus sacerdotes, que con su fe y dedicación han mantenido viva la esperanza de reabrir nuestras puertas. Al Obispado, que a través de la Vicaría General y de sus técnicos ha estado cerca del largo y costoso proyecto para animar y desatar nudos. A la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento, cuyo apoyo ha sido fundamental. Al equipo técnico y a la empresa encargada de las obras, por su profesionalidad y esfuerzo. Sin la colaboración y el compromiso de todos ustedes, este día no habría sido posible. La unidad y el trabajo en conjunto han sido clave para alcanzar este sueño.

Encomendamos esta nueva etapa de la parroquia a San José, su titular de nuestra y patrono de la Iglesia universal. Que su ejemplo de fe y obediencia nos guíe. San José, hombre justo y fiel, nos enseña el valor de la humildad y la dedicación al servicio de Dios. Que su intercesión nos fortalezca en nuestra misión y nos inspire a vivir con integridad y amor.

También ponemos a esta comunidad bajo la protección de la Santísima Virgen María, confiando en su maternal intercesión. María, Madre de la Iglesia, nos acompaña en nuestro caminar de fe y nos enseña a vivir con valentía y amor. Que su amor maternal nos envuelva y nos guíe en esta nueva etapa de la parroquia.

Queridos hermanos y hermanas, que este día de alegría y acción de gracias nos inspire a vivir con renovado fervor nuestra fe y a ser testigos de Cristo en el mundo. Que la luz del Señor ilumine siempre nuestro camino, y que esta parroquia de San José de Pinto sea un faro de esperanza, amor y comunión para todos.

 

 

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