10-02-2025. El obispo de la diócesis, Mons. Ginés Garcia Beltrán, ha escrito un mensaje con motivo de la nueva Campaña contra el Hambre de Manos Unidas con el título "Compartir es nuestra mayor riqueza".
A continuación, el texto completo:
Queridos hermanos y hermanas:
Este año, la campaña de Manos Unidas nos convoca bajo el lema: "Compartir es nuestra mayor riqueza”. Esta llamada nos recuerda la enseñanza de Jesús sobre el amor al prójimo y la solidaridad, fundamentos de nuestra fe cristiana. Compartir no solo nuestros bienes materiales, sino también nuestro tiempo, talento y compasión, es una manifestación concreta de nuestra riqueza espiritual.
La realidad del hambre en el mundo sigue siendo una herida abierta en el corazón de la humanidad. Millones de personas, especialmente niños, sufren las consecuencias de la desnutrición y la falta de acceso a alimentos básicos. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a ser la voz de los que no tienen voz y a actuar con determinación para cambiar esta injusticia.
La campaña de Manos Unidas de este año nos invita a reflexionar sobre nuestro papel en la lucha contra el hambre. No se trata solo de actos de caridad, sino de promover un cambio estructural en nuestra sociedad para que todos tengan acceso a una vida digna. Nuestro compromiso debe ir más allá de la donación puntual; debemos abogar por políticas justas y sostenibles que erradiquen el hambre de raíz.
Nuestro Señor nos enseñó a amar a nuestros hermanos como a nosotros mismos. Esta enseñanza cobra especial relevancia en un mundo marcado por la desigualdad y la injusticia. La solidaridad cristiana nos llama a compartir nuestros dones con aquellos que más lo necesitan, construyendo una sociedad más justa y equitativa.
En nuestra diócesis de Getafe, la delegación de Manos Unidas ha asumido este año tres proyectos de desarrollo que ejemplifican este compromiso solidario. Estos proyectos no solo buscan proporcionar asistencia inmediata, sino también colaborar en el desarrollo de comunidades locales para que puedan valerse por sí mismas en el futuro. Los proyectos para este año son:
1. Prevención del tráfico de mujeres y niños en Hashpur (India). Proyecto en 86 aldeas indígenas dedicadas a la agricultura, de donde tienen que emigrar, y en las que desaparecen a diario alrededor de 500 mujeres y niños por los traficantes de personas. Las Franciscanas Misioneras de María trabajan para concienciar y prevenir a la población.
2. Reducción de la malnutrición entre los niños de 0 a 7 años en zonas rurales de Dubbo (Etiopia): Más del 60% de la población tiene problemas alimenticios en estas poblaciones de montaña cercanas a la capital, situación que se ha agravado por la pandemia y la alta inflación; los niños no se desarrollan físicamente por una alimentación deficitaria.
3. Prevención de la violencia en jóvenes y mujeres en asentamientos urbanos (Guatemala). El objetivo es atajar la violencia en los asentamientos de las periferias de 7 ciudades de Guatemala. Es un ejemplo de cómo la pobreza engendra violencia. La delincuencia y la violencia se agrupa en bandas que crean inestabilidad y sufrimiento en la población. La violencia, a su vez, los margina más y los hace cada vez más pobres.
Son tres proyectos reales donde la pobreza muestra varios de sus rostros que nos interpelan y renuevan en nosotros la conciencia comprometida de estar cerca de los hombres y mujeres de nuestra tierra que carecen de lo esencial para vivir con la dignidad que es propia de cada hombre.
Quisiera aprovechar, un año más, esta ocasión para expresar mi más sincero agradecimiento a todos los voluntarios y trabajadores de Manos Unidas. Vuestra dedicación y esfuerzo hacen posible que el sueño de Dios de un mundo más justo y fraterno se vaya convirtiendo en realidad. Gracias por ser la mano extendida de Cristo en la tierra, llevando esperanza y ayuda a quienes más lo necesitan. Vuestro compromiso y amor son un testimonio vivo de la fe que profesamos.
Queridos hermanos, os invito a uniros a esta campaña de Manos Unidas con generosidad y compromiso. Compartir es nuestra riqueza, y en cada gesto de solidaridad, estamos acercándonos al Reino de Dios. Vuestra participación, ya sea a través de donaciones, voluntariado o difusión del mensaje, es crucial para el éxito de estos proyectos.
Pidamos al Señor que nos guíe en este camino de amor y justicia, y que nuestra acción solidaria sea un reflejo de su infinita misericordia.
Os saludo con afecto y os bendigo de corazón.
Mons. Ginés García Beltrán