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HOMILIA EN LA ÓRDENACIÓN PRESBITERAL de Lucas Almeida Andrade HC

Getafe, 15 de junio de 2024

“Yo soy el buen Pastor”

Así se presenta y se identifica Jesús en el Evangelio. Él es el único pastor del rebaño, el único sacerdote del Nuevo Testamento. Es la entrega de su vida por nosotros, su oblación existencial, la novedad del sacerdocio de Jesucristo, del que nosotros participamos por el bautismo, y los ministros ordenados con un título especial por la imposición de las manos. Jesús, Buen Pastor, nos revela las señas de identidad y el estilo de nuestro pastoreo. Es Él quien verdaderamente nos hace pastores.

Hoy, en esta celebración, Lucas, un hermano nuestro, va a recibir este sacerdocio para la gloria de Dios y el servicio de los hombres, va a ser configurado con Cristo Cabeza, Pastor y Siervo de la Iglesia, para ser su voz, sus manos, sus pies, y su corazón en medio del mundo.

Queridos hermanos sacerdotes.
Querido Lucas.
Querida familia de Lucas, amigos, feligreses de S. Rafael.
Hermanos y hermanas en el Señor.

Salúdo cordialmente a familia e os amigos de Lucas que vieram do Brasil para acompanhar-lo neste dia tão importante. Saúdo a sua mae, que hoje com alegria será testemunha da ordenação sacerdotal de seu filho, aos seus familiares e amigos de sua paróquia no Brasil. Acolhemos e nos alegramos com a presença de vocês entre nós. Hoje a Igreja que camina em Getafe se faz mais católica, mais universal.

1. El Buen Pastor, nos ha dicho el Evangelio, es el que conoce a su rebaño, el que lo cuida, el que lo protege, y hasta da la vida por las ovejas. Lo contrario es el asalariado que trabaja por un jornal, sin duda justo, pero no es pastor, es profesional, tiene un horario y unas condiciones; por eso ante el peligro huye, su vida vale más que la del rebaño. Esa no es la mente ni el corazón del pastor.

Quizás en la cultura urbana en la que vivimos cueste entrar y entender la hondura de esta imagen pastoril, pero los pastores son realmente así. Conocen a cada una, y saben cómo son, por eso, no a todas tratan igual. Es del conocimiento de donde nace el amor, y de aquí el cuidado y la entrega; el pastor se juega la vida en cada oveja. Cada una es única y diferente y cada una tiene un lugar en su corazón.

O sacerdote se configura segundo a imagem do Bom Pastor; Uma imagem que aparece não somente no Evangelho, mas em toda a Escritura, para falar do amor e da proximidade de Deus com o Seu povo. O sacerdote está chamado a estar proximo do povo como o pastor das ovelhas, para conhecer-las, acolher-las e cuidar-las. O Bom Pastor se importa com as ovelhas, porque são suas, ao ponto de dar a vida por elas. Entre o pastor e as ovelhas se forma uma relação que só se pode explicar a partir Deus, a partir da fé. o que seria das ovelhas sem o pastor? o que seria do pastor sem as ovelhas?

El P. Anizan, vuestro fundador, comprendió bien este mensaje, e inspirado por el Espíritu Santo, os regalo, podemos decir que regaló a toda la Iglesia, el Triple Ideal, que revela la fuente trinitaria de toda vida cristiana, y también de toda existencia ministerial. El Ideal es triple pero solo se entiende y se puede vivir en unidad.

El Ideal de un Hijo de la Caridad, y de toda la Iglesia es la santidad, la fecundidad apostólica y la evangelización de los pobres, que se refleja de modo maravilloso en esa imagen que hemos contemplado en el evangelio del Buen Pastor.

2. El discurso de Jesús en la sinagoga de su pueblo nos sitúa en el horizonte de la santidad, que es una vocación universal como nos lo ha recordado el Concilio Vaticano II. El Espíritu del Señor está sobre mí (Lc 4, 21). Jesús, tomando las palabras del profeta Isaías, se sabe lleno del Espíritu Santo que lo ha ungido. Somos ungidos, consagrados para ser santos, para vivir en santidad.

La santidad nos recuerda que la vida es un camino, y que la respuesta a la voluntad de Dios se hace en este camino, tantas veces lleno de imperfecciones. El molde de la santidad es Dios mismo, y vivir la santidad es vivir en Él para vivir como Él. Tu sacerdocio, querido Lucas, debes vivirlo en ese espíritu de caminante, de homo viator, para no olvidar nunca que no puedes caminar sin Él, que necesitas su mano siempre amiga y fraterna para que tu respuesta sea generosa y perseverante.

En la fórmula de la profesión de vuestros votos, los Hijos de la Caridad decís: “Resuelto a llevar la cruz y a seguir a Jesucristo, mi Divino Maestro”. El seguimiento es ir con Él, donde quiera que vaya, es ser como Él; pero, no lo olvides, es compartir su destino. La cruz forma parte esencial del ministerio sacerdotal, y es la cima por donde ha de pasar inevitablemente el camino de la santidad.

Vivir en este camino de la santidad te hará ver la santidad de tus hermanos, de los hombres con los que has de compartir tu vida, también, y especialmente, de los pobres. Recuerdo las bellas palabras del papa Francisco en su Exhortación sobre la santidad: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad»” (GE, 7).

Esta es la santidad a la que estamos llamados, y la que tienes que suscitar, acompañar y cuidar en el pueblo que se te encomiende.

3. El discurso de San Pablo a los presbíteros de Éfeso, nos introduce en el modo de nuestro ministerio, es un modo que nace de la raíz y que marca el quehacer de cada día. Después de recordarles que el pueblo les ha sido encomendado por el Espíritu Santo, y desde este Autor hay que entender las mediaciones humanas, les pide que cuiden del rebaño como pastores, porque ese pueblo, esos hombres, han costado la sangre de Cristo.

De aquí la segunda parte del único Ideal, la fecundidad apostólica. ¿Cómo será fecundo nuestro ministerio? Cuando consciente de la presencia de Dios en nosotros, trabajamos con celo, con pasión, con ilusión en la tarea que se nos ha encomendado; no a la fuerza, sino de buena gana, no como asalariados, sino como verdaderos pastores. La fecundidad se encuentra en el don total de sí mismo, cuando trabajamos para la gloria de Dios y el bien de las almas.

Bien sabes, querido Lucas, que el celo es uno de los principales aspectos de la caridad, que has querido que sea el santo y seña de tu vida en la familia de los Hijos de la Caridad. La parroquia en los lugares más pobres y entre los hombres más pobres son el lugar donde estás llamado a vivir tu ministerio, teniendo siempre presentes las palabras del apóstol de las gentes: “Siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8,9), para encarnarlas en tu vida y que sean la referencia cotidiana de tu ministerio.

4. La fecundidad apostólica nos ha llevado a la evangelización de los pobres, tercer Ideal que propone el P. Anizan. Hoy la pobreza tiene rostros muy diferentes, se manifiesta también en ámbitos y ambientes muy plurales. Son las periferias físicas y existenciales a las que se refiere el Papa, son el rostro herido de la humanidad, y por eso el rostro dolorido de Cristo. Ver y tocar al Señor en esos rostros y en esa carne es parte esencial de nuestra misión sacerdotal, y de vuestro carisma de Hijos de la Caridad.

Pero, vamos a evangelizar a los pobres y descubrimos que son ellos los que nos evangelizan a nosotros; vamos a dar y resulta que recibimos, “todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG, 20).

En este sentido, permitidme que traiga las palabras interpelantes del Papa en relación a la necesaria atención espiritual que necesitan los pobres: “quiero expresar con dolor que la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria” (EG, 200).

Querido Lucas, ya ves, el Ideal no es algo, es alguien, ya lo dijo el P. Anizan: “La imitación de Nuestro Señor es para los Hijos de la Caridad el primer y principal medio, el más valioso para alcanzar su doble objetivo. Nadie, en efecto, ha glorificado a su Padre mediante la práctica de la santidad, unida a la del apostolado.

Y que tu oración sea también la de vuestro Fundador: “Ayúdanos a seguirte lo más de cerca posible, de forma que nuestro querido Instituto sea como un Evangelio vivo y que cada uno de nosotros sea un verdadero Hijo de la Caridad, es decir, otro Jesucristo.”

Quiero aprovechar para agradecer de corazón vuestra presencia, la de los Hijos de la Caridad, en nuestra diócesis. Formáis parte de nuestros orígenes y de nuestra identidad. Agradezco lo que hacéis, pero sobre todo lo que sois. Encomiendo vuestro próximo Capítulo General que seguro será una nueva oportunidad de renovación, siendo fieles a vuestro carisma para vivirlo en el aquí y el ahora de la Iglesia y del mundo.

Que María, “Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños” acompañe siempre el camino de Lucas, de la familia de los Hijos de la Caridad, y de toda la Iglesia.